jueves, 31 de julio de 2008

Lenta soledad - Jordi Cebrián


LENTA SOLEDAD
Jordi Cebrián

Me levanté y fui a despertar a mis hijos, pero sólo había uno. Le pregunté a mi mujer por nuestra hija, y me miró extrañada, mostrándome su mirada que el error era mío, que mi hija nunca existió. Al día siguiente mi mujer seguía allí, y hacíamos una buena pareja, pero nunca habíamos tenido niños. Hoy al ir a dormir la he abrazado con fuerza, y a ella le ha extrañado este súbito arrebato de cariño. Y no quiero decirle que mañana yo estaré soltero, y viviré en este mismo piso, pero más sucio, más desordenado, y muy, muy vacío.

Publicado en Cien Palabras
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Destino Puerta uno - Manuel Buendía


DESTINO PUERTA UNO
Manuel Buendía

Quedó solo entre cuatro puertas. No sabía por cuál puerta decidirse, así que eligió al azar.
Era rojo. Los azules lo insultaban. Su presencia rompía el equilibrio perfecto. Lo encararon los amarillos, querían destrozarlo. Los azules estuvieron de acuerdo. Llegaron los rojos e intentaron persuadir a los dos grupos para liberarlo. Pero los azules y amarillos estaban realmente muy enojados. El líder rojo dijo unas palabras que azules y amarillos no creyeron. Comenzó la batalla. Azules contra rojos y rojos contra amarillos… Y pronto todo fue caos. Cielo y tierra se derrumbaban en violetas, verdes, rosas…

Nunca duerme - Ronald R. Delgado C.


NUNCA DUERME
Ronald R. Delgado C.

Sin prisa; Samara subió una vez más por las húmedas paredes del oscuro pozo. Retorciéndose, alcanzó el borde y miró afuera, el cabello negro resbalando sobre su rostro. Entonces su cuerpo vibró y de pronto se encontró de pie, descalza, dejando tras de sí un riachuelo de agua turbia. Afuera, la espesa niebla se confundía con un sinfín de corredores hacia el otro mundo, repletos de imágenes de vida de sus futuras víctimas.
La muchacha observó cada corredor, y al cabo de un interminable minuto decidió: por ahora, no más televisores. Es el momento de llegar a ellos a través de los monitores.
Así que acercándose a uno, escrutó en su interior. Antes de traspasar, sintió cómo la víctima, del otro lado, pudo verla…

Extremos - Mónica Cazón


EXTREMOS
Mónica Cazón

Tal vez la invites al cine. Luego a cenar. Y en un atrevido intento sólo le robes un beso, dada tu condición de señor mayor respetuoso y serio. Debes saber que Electra es una joven muy audaz y tiene otras intenciones. Decidió proponerte jugar a Edipo. ¡Pero no tienes que asustarte! Sólo quiere estrenar sus siliconas.

Switcher - Carlos Feinstein


SWITCHER
Carlos Feinstein

Soy un “cambiador” ¿Qué es eso? Algo fantástico, miro a una persona a los ojos me concentro y swap. Mi alma cambia de cuerpo y por desgracia del otro la suya revierte al mío. He vivido miles de vidas robadas. Cuando la vida está por languidecer salgo a cazar a un individuo sano y rico, y procedo con el truco.
Después de una eternidad de vivir a préstamo, me he convertido en un ser muy cruel. Mi máxima diversión es observar como la víctima descubre que ha sido despojada de mucho más que sus pertenencias materiales. Como en este instante, que se llevan al genocida mientras yo escapo en el cuerpo del eficiente comisario que me atrapó y que pagará por mis brutales crímenes.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

Se quemarán las naves - Javier O. Trejo


SE QUEMARÁN LAS NAVES
Javier O. Trejo

El comandante Ramiro Cortez fue el primer astronauta hispano de las misiones Apollo a Marte.
En esa misión encontraron vida; unos pocos marcianos flacos, altos y antropomorfos que se sentaban en mecedoras a ver el atardecer en el desierto.
También había cubos y pirámides parlantes pero nadie entendía lo que decían; incluyendo a los marcianos.
Cuando el cubo Polly se peleó con el marciano Wu, Cortez le ordenó a los tripulantes que castiguen al cubo. Era el que no parecía humano.
Algunos tripulantes se negaron aduciendo que los cubos y pirámides eran buenitos. Especialmente los cubos.
Cortez fue al módulo de alunizaje y vació el depósito de combustible.
La historia se repite, decía el profesor Ibáñez.

El mendigo - Roberto Ortiz


EL MENDIGO
Roberto Ortiz

Estaba en París buscando algún original del Canto de Roldán. Acababa de salir de una taberna en que conocí a un pintor que hacía llamarse El Mendigo. Un hombre de monosílabos que antes de irse me regaló un cuadro envuelto con hojas pasadas de Le Monde.
Terminadas mis expectativas por encontrar el libro, entré como quien dice por curiosidad, a un subterráneo donde una mujer gritaba que vendía el libro que fuera. No mintió. Cuando llegué a mi cuarto de la Rue L'Folie y antes de hojear el libro, descubrí el regalo del mendigo. Dejé París a primera hora del día siguiente. No recuerdo si recogí mis cosas pero sí que apenas subí al avión comencé a deshojar el libro inmaculado.

Ilustración: acrílico de Wilmar Pereira Aranguiz

Fuente de alimentos - Hernán Domínguez Nimo


La noche diluye la sombra del vagón abandonado. En su interior, Mateo se agita en sueños. Robó hasta la última moneda de cinco centavos. Eso no le remuerde la conciencia. La plata sirvió para comprar su primera comida en días. No lo deja en paz haber robado los sueños y deseos de tantas personas.

Borges y Monterroso - Gerardo Horacio Porcayo


BORGES Y MONTERROSO
Gerardo Horacio Porcayo

Y cuando despertó, Augusto Monterroso serguía ahí, a su lado, retorciéndose.
—Fallé en imaginar la eternidad, también algunos de sus tormentos —comentó Borges.
—Lo mismo puede decirse de mí: fallé en fabular literatura y sociedad —contestó, gimiente—. Mírame ahora, reducido a perfeccionar las tareas de Onan, a través de esta pluma, esta máquina de escribir.
—¿Cual fue tu pecado?
—Volverme ícono de los minicuentos. O en Sus palabras: promover la narrativa de eyaculación precoz. Por eso este tormento.

Callejón sin salida - Luis Solepow


CALLEJÓN SIN SALIDA
Luis Solepow

Es horrible, pensé. Estas personas quieren que les haga un regalo. Han estado esperando una vasija artesanal que contenga soluciones, como si yo fuera el verdadero Fernwright de la novela de Dick; el universo nunca les ha dado nada, jamás, y lo han aceptado con resignación. Pero si yo les diera lo que desean terminarían por verme como una deidad sobrenatural. No puedo aceptarlo; sería desastroso. Sin embargo, debo hacer algo por ellos, y por mí. Hay un elemento especular en este mundo y es imposible desconocerlo. Escribir una pequeña historia que me tenga de protagonista es un avance.
—Vas bien encaminado, muchacho —dijo Philip, y para salir de mi trama se metió en una de las cajas vacías que se amontonaban en su oficina.

Pensamientos de hormigón - María Brachetta


PENSAMIENTOS DE HORMIGÓN
María Brachetta

Su perseverante esfuerzo y su entera convicción lograron que el progreso, para las hormigas, sea indefinido. Era domingo y el cohete estaba terminando.
La hormiga Antonio fue el elegido para volar a ese universo inexplorado.
Zarandeando hojas de trébol por el aire, lo despidieron sus compañeros.
Llegó de vuelta a los 17 días y su conclusión fue muy humana:
—Los astros son todos diferentes, para ellos no existe lo normal. Y en el cielo la normalidad descansa, observando a la pobre normalidad de la tierra que sufre día a día por su existencia.

La gaya ciencia - Saurio


LA GAYA CIENCIA
Saurio

Desde que se vieron se amaban con locura, con pasión, con toda su energía. Sin embargo, debían ocultar sus sentimientos. El principio de exclusión de Pauli es tajante al respecto: la homosexualidad entre los electrones no está permitida.

Nuevo intento - Walter D. Böhmer


NUEVO INTENTO
Walter D. Böhmer

—¿Qué estás haciendo?
—¿Qué crees que estoy haciendo?
—Me prometiste que nunca más lo ibas a hacer, ya sabemos bien que es lo que va a pasar.
—Hay que tener fe, no puede ser que siempre salga mal.
—Lo que no entendés, es que esto no es un ensayo químico, se trata de vidas lo que tenés en tus manos. Deja eso y vení a encargarte de estas otras que tienen más oportunidad.
—No. Tiene que salir bien. Esta vez va a salir bien... esperá que esta es la parte más importante, no molestés y correte para atrás... ¡Hágase la luz!

Fotografía de Pedro Cardona

Pacto fallido - Sergio Gaut vel Hartman


Dedicado a mi amigo Gustavo

Gustavo es un hombre práctico, poco dado a fantasear. Por eso, cuando ocurrió, encaró el asunto con el criterio negociador de toda la vida. En síntesis: se le apareció el demonio y le ofreció dinero, la llave de la suite privada de Angelina Jolie, recién divorciada de Brad Pitt, y veinte años de vida extra a cambio de... ya se sabe.
—No me interesa —dijo Gustavo.
—¿Cómo que no? —dijo el demonio, alelado.
—No —repitió Gustavo.
—¿Puedo conocer el motivo?
—Dinero tengo suficiente. Angelina Jolie cambió la cerradura en cuanto usted le robó la llave... y lo más importante...
—Lo más importante —dijo el demonio, ansioso.
—Veinte años al final es una mierda. Repetir de treinta a cincuenta, todavía, pero de sesenta a ochenta...

Pasado - Jaime Levy Maya


PASADO
Jaime Levy Maya

Odio a los que escriben cuentos hiperbreves en pasado, porque el pasado es el tiempo que no existe, porque es pasado, no presente. Bueno, no odio a sus autores, porque no tengo nada contra ellos, pues no los conozco. Pero no me gusta que me cuenten cosas que se evaporaron... se evaporaron...

Cuando el gato no está... - Gonzalo Dávila



Yupi, aprovechando la ausencia del profesor Sergio, voy a escribir un cuento para químicamente impuro de las palabras que a mí se me dé la regalada gana: podré detallar los rasgos de los personajes, hacer más explícitas las historias, describir mejor los ambientes... ¡Ja ja ja ja! Incluso me daré el lujo de escribir palabras a lo tonto: pastillita, paparulo, salamandra, contubernio, raquitismo, fiolo, comemierdas, bibliotecas, batilana, marcianitos, zaino, brújula, otario, lacandones...
—¿Qué haces aquí? —exclama el profesor Sergio abriendo sorpresivamente la puerta—. ¿Quién te dejó entrar a mi oficina? ¡Largo!
—No —balbucea David—: no, ep, déjeme explicarle, sólo estaba tratando... ¿ciento treinta palabras tienen que ser? ¿Ni una solita más? Usted no me irá a cortar los dedos si yo...

El genio y yo - Claudio Amodeo


EL GENIO Y YO
Claudio Amodeo

Hice todo lo que una persona cauta hubiera hecho al encontrar la lámpara: la escondí entre las ropas, huí a un lugar seguro y me senté a pensar con paciencia antes de frotarla. Luego, cuando apareció el genio con su turbante, su chaleco y su nube y me formuló el clásico agradecimiento: "Por haberme liberado te concederé un deseo", lo miré a los ojos y le dije sin dudar: "Quiero que de ahora en más me concedas todo lo que te pida, siempre y cuando te confirme que realmente lo quiero".
No me digan que no fui inteligente y precavido. Mi pedido merece un diez, una felicitación. ¿Cómo iba a saber yo, o acaso alguno de ustedes, que un genio se puede suicidar?

Ojos - Ricardo Chávez Castañeda


OJOS
Ricardo Chávez Castañeda

A estas historias les hemos nombrado “pesadillas”, y hemos decidido que no suceden en el mundo real.
“Son malos sueños”, decimos, “abre los ojos, sólo abre los ojos”
Lo malo es que, debajo de los párpados, los ojos siempre están abiertos.

Ilustración de Odilon Redón.

miércoles, 30 de julio de 2008

Vivir para siempre - James George Frazer


VIVIR PARA SIEMPRE
James George Frazer

Otro relato, recogido cerca de Oldenburg, en el Ducado de Holstein, trata de una dama que comía y bebía alegremente y tenía cuanto puede anhelar el corazón, y que deseó vivir para siempre. En los primeros cien años todo fue bien, pero después empezó a encogerse y arrugarse, hasta que no pudo andar, ni estar de pie, ni comer ni beber. Pero tampoco podía morir. Al principio la alimentaban como si fuera una niñita, pero llegó a ser tan diminuta que la metieron en una botella de vidrio y la colgaron en la iglesia. Todavía está ahí, en la iglesia de Santa María, en Lübeck. Es del tamaño de una rata, y una vez al año se mueve.

Héroe anónimo - Jorge Martín


HÉROE ANÓNIMO
Jorge Martín

—Es el personaje más celebre de nuestra localidad; merece un monumento para el aniversario —dijo el respetuoso enviado.
Suerte, pensé, hay fotos, escritos y parientes. Investigué; cuando tuve un proyecto lo mostré en el taller para que opinaran. Uno dijo que debía ser más alto, otros que la cara no o que nunca había sonreído. A pesar de las fotos mostrando los dientes la nieta exigió gesto adusto. En la mano, un libro que nunca había leído, la otra en alto, señalando un sendero que jamás había recorrido. Una levita y la frase final al pie, que no había tenido tiempo de pronunciar. Todos quedaron tan contentos que me dio pena decirles que no se parecía en nada. Pagaron muy bien por mi silencio.

Kennedy - José Luis Zárate


KENNEDY
José Luis Zárate

JFK se levantó con un terrible dolor de cabeza. Decidió cancelarlo todo. Los conspiradores no podían creerlo. Llamadas, mensajes frenéticos para detener lo que estaba en marcha. Los tiradores secundarios debieron guardar sus armas, y alguno se dedicó a dispararle a las palomas para matar el rato. Mil hombres desconcertados: ¿qué hacer con los planes ya en marcha, las pruebas falsas, las coartadas cuidadosamente establecidas, los programas, los documentos?
El Presidente se miró al espejo. Sólo era un paseo por Dallas. Podría soportarlo. Sigamos con el programa dijo. El auto empezó a circular y nadie en la Conjura sabía que hacer. ¿Se mantenía la cancelación o no?
Cuando la bala surgió de la nada, ellos fueron los más sorprendidos.

En el jardín de las Hésperides - Olga A. de Linares


EN EL JARDÍN DE LAS HÉSPERIDES
Olga A. de Linares

Ya nada es sagrado. Ni la mitología.
Porque ahora, por más que Hércules jure que lo hizo por obligación, en el ambiente corren rumores cuestionando su virilidad.
Nadie termina de creer que eso de vestirse de mujer, y ocuparse de tareas domésticas propias del género, haya sido un verdadero castigo para él.
“¡Otro que salió del placard!”, dicen las malas lenguas con olímpica maledicencia.
Como bien saben, nuestro chico ha terminado casándose con Ónfale. ¡No se puede negar que el nombre se presta a permutaciones y suspicacias!
Además, es vox populi que la doña lo trata como a un esclavo, y que ella es la que lleva los pantalones, perdón, quise decir la piel de león ¡y hasta el garrote!

Despertar - Alejandro Bentivoglio


DESPERTAR
Alejandro Bentivoglio

De mis sueños a mis despertares no hay mucho trecho. Es cuestión de levantarme de esa esponjosa cama que mi mente ha trazado para mí para luego estar en mi cuarto, o en mi automóvil o en la oficina donde algunos me miran, otros retroceden y quizás alguien, medianamente valiente, me pide que me saque ese dinosaurio que mansamente pasta en mi hombro mientras trabajo.

De Dakota/memorias de una muñeca inflable.

Página en verde - José Vicente Ortuño


PÁGINA EN VERDE
José Vicente Ortuño

Sintió vértigo ante el abismo cegador de la página en verde. ¿Verde? ¿Por qué intentaba escribir en una página verde? ¿Y qué coño eran esas esferas de colores que giraban a su alrededor?
—¡Eh tú, borrachuzo! ¡Escritorzuelo de tres al cuarto! —dijo alguien sacudiéndolo con brusquedad—. ¡Si vomitas sobre la mesa de billar te corto los cojones y te los hago tragar! ¡Levanta y vete a dormir la mona a otra parte!


Seres extraordinarios - Angela Schnoor


SERES EXTRAORDINARIOS
Angela Schnoor

Un día de sol, una pequeña flor silvestre se enamoró de un arbusto que vivía a su lado en el jardín. Comenzó a hacer fuerza para crecer e igualarse a él en elegancia y estatura. Tanto hizo que acabó siendo cosechada por un biólogo que estudiaba el efecto de las pasiones sobre los no humanos.

Título original: Seres extraordinários
Traducción del portugués: GvH

Monstruosidad - Jordi Cebrián


MONSTRUOSIDAD
Jordi Cebrián

Llevaba meses haciéndolo sin que nadie sospechara sus atrocidades. Los sábados entraba de noche en la iglesia descolgándose desde el tejado por unas vigas de madera, abría la puerta de la sacristía, y cambiaba el vino sacramental por vino de taberna. Se arrodillaba en medio de la pequeña sala, rezando a dioses diferentes para que quitaran de aquel lugar toda la fuerza, toda la magia. El domingo por la mañana se sentaba en un banco a ver salir la gente de la iglesia, y sentía un placer cruel en la certeza de que les había condenado a todos al infierno.

Publicado en Cien Palabras
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Monstruo de feria - David Vivancos Allepuz


MONSTRUO DE FERIA
David Vivancos Allepuz

Hacía poco más de dos meses que la Dirección General Penitenciaria me había vendido, con arreglo a la recién dispuesta Ley de Exhibición y Manutención de Reclusos Peligrosos. El contrato establecía que, tras el primer pago, el Estado autorizaba la exhibición en la feria del asesino de las seis viejecitas. En la jaula contigua, un enano vicioso con unos genitales desproporcionados me asqueaba con sus proposiciones repulsivas. Algo más allá, el niño cocodrilo. Un hombre sin brazos ni piernas aseguraba leer el futuro. Dejé de escarbar distraídamente en la paja y clavé los ojos en el homúnculo, que lamía los barrotes mirándome libidinoso. Cuando se encontraron nuestras miradas, mis remotas esperanzas de indulto se desvanecieron para siempre. Supimos que era hombre muerto. Enano muerto.

Por curiosidad - Mónica Cazón


POR CURIOSIDAD
Mónica Cazón

Todos los días tenía presente lo que su madre aconsejaba con esmero y persistencia.
—¡Cuidado, Soledad, la curiosidad mató al gato y dejó embarazada a la mujer!
Y Soledad, que era muy curiosa, no quiso matar gatos.

Mundo tomado - Ricardo Bernal


MUNDO TOMADO
Ricardo Bernal

Estábamos en el fondo de la casa, en el estudio, hipnotizados frente a la PC. Llevábamos muchas horas jugando Mistery Case Files: buscar un paraguas entre las nubes oscuras, buscar el perfil de un perro en el cementerio de autos, buscar una naranja color verde entre los arbustos… nos faltaban pocos niveles para llegar al final. De pronto se oyó un chasquido. Como estábamos del lado equivocado de la casa, cuando abrimos la puerta descubrimos que habían tomado el mundo. ¿Y ahora qué? Fácil: buscar nuestras manos entre las nubes oscuras, buscar nuestros rostros en el cementerio de autos, buscar nuestro corazón entre los arbustos…

Tapón Funes, el retentivo - Javier O. Trejo


TAPÓN FUNES, EL RETENTIVO
Javier O. Trejo

El Tapón era un jugador todo terreno. Petiso, morrudo, chueco y a la vez hábil, decisivo en las jugadas.
Los triunfos nos llegaban de su habilidoso pie izquierdo.
Además, era un implacable analista de jugadas y jugadores, podía citar equipos enteros de memoria; armar jugadas de fama mundial entre pocillos y bizcochos.
Con el tiempo, el pasatiempo devino en obsesión. Quería repetir jugadas famosas. Parciales éxitos redoblaron su empeño.
La obcecación llegó bajo la forma del gol de Maradona a los ingleses. En un partido clave lo intentó una y otra vez, al extremo que quería recorrer la misma traza. En ese camino atropelló a varios jugadores contrarios.
Nos cagaron a trompadas.
En la comisaría no pudo reconocer a los agresores.

El último concierto - Roberto Ortiz


EL ÚLTIMO CONCIERTO
Roberto Ortiz

Repasó los últimos arreglos, arrancó dos flores del macetero: una para su cabello y la otra para deshojar ante el público. Pero sucedió que durante el trayecto le invadió una tristeza infinita, dobló hacia la playa a diez metros del teatro y caminó bajo los álamos de la tarde. Con cada paso sabía al fin que iba en la dirección correcta, sorteó algunos transeúntes, se detuvo un momento y dio la vuelta. Sólo una niña la vio sonreír y agitar la mano mientras caía al precipicio.
En el gran teatro de Viena la gente aplaudía a una desconocida. Jamás el mundo escuchó melodías perfectas. Terminado el concierto comenzó la hecatombe. Los que se salvaron aún hoy andan buscándola por entre los escombros.

Cascabel - Libia Brenda Castro


CASCABEL
Libia Brenda Castro

"A mí que me registren" dijo la doncella, con las manos extendidas, cuando el bufón inquirió por su gorro de cascabeles. Al caballero le dieron ganas de registrarla, pero una mirada enfática del primer ministro lo hizo desistir. Los saltimbanquis tiraban discretamente pelotas coloridas y la Reina bostezaba con disimulo detrás de su abanico (esos chismes de cortesanos le aburrían). "Pues alguien lo tiene y debería devolverlo", dijo el bufón, se cruzó de brazos y puso cara de enfado. El hechicero propuso un interrogatorio, pero nadie le hizo caso.
Más tarde, el bufón salió enfurruñado del salón, en busca de la costurera. Al mismo tiempo el monarca se levantaba, extendiendo con gracia su manto, y se encaminaba rumbo a sus aposentos, rodeado de un tintineo cristalino.

Borges y el Señor de los Infiernos - Gerardo Horacio Porcayo


BORGES Y EL SEÑOR DE LOS INFIERNOS
Gerardo Horacio Porcayo

Nada correspondía a las descripciones de Dante o Milton pero su esencia era innegable.
—¿Por qué se me condena? —preguntó Borges, cargado de cadenas, frente al Oscuro Trono.
La cornada, evanescente figura; cabizbaja, sin triunfalismos, al fin concedió:
—Por ser el engendrador de la pereza narrativa. Por tu aberrante fábrica de ensayos sobre novelas inexistentes. Por no escribirlas. Por contribuir, en pocas palabras, al nacimiento de esa nueva especie literaria. Por ser el padre virtual del minicuento.

Ceramista - Luis Solepow


CERAMISTA
Luis Solepow

Me acostumbré a mi nueva vida y comprendí los secretos del oficio. Pero un ser sobrenatural se acercó empuñando una aguja incandescente y se dedicó a hurgar y quemar mi pieza. Al cabo de un rato pareció satisfecho, pero la vasija había quedado completamente estropeada.
—¿De qué te sirve ser un dios —protesté— si tus actos son destructivos?
—Silencio, Luis Solepow. Sé que estás usurpando la identidad de Fernwright y seguramente alguna otra. ¿Qué te da derecho a recriminarme?
Busqué a Dick con la mirada y lo descubrí oculto detrás de una cortina. Movió la cabeza y guiñó un ojo; buenas señales. Busqué la palabra clave en la trama de la novela y la hallé de inmediato. La supuesta deidad se derritió como un helado de crema.

martes, 29 de julio de 2008

Mancha roja - Viajero (Milan Banjanin)


MANCHA ROJA
Viajero (Milan Banjanin)

Me desperté con ese terrible dolor de cabeza. Antes de verlo, sentí su torcida sonrisa, como burlándose de mis males.
Me incorporé de la cama apoyándome en mis codos para poder verlo bien. Si, no había la menor duda, era el mismo de siempre, que me observaba desde su postura de reposo, con el estómago lleno de mí, riéndose tímidamente primero, aumentando de tono, poco a poco, hasta terminar a mandíbula batiente.
Creía que no me atrevería a matarlo, aunque eso era lo que más ansiaba en este mundo, con todas mis fuerzas, destriparlo, a pesar de que mi cabeza daba vueltas, seguro por culpa de él.
Me levanté con cuidado, me acerqué sigilosamente y …plaft! Aplasté el hinchado zancudo con mi zapatilla.

Deus otiosus – Saurio


DEUS OTIOSUS
Saurio

Después de dormir durante cuatro mil trescientos cuarenta y cinco millones de años, Brahma despierta y comenta: "Soñé que todo el universo no era otra cosa que un electrón yendo y viniendo en el tiempo. Qué loco, ¿no?"

Dilatando problemas - María Brachetta


DILATANDO PROBLEMAS
María Brachetta

Santiago en el comedor de su casa, esperando a los invitados de la cena, con un traje prestado.
Sonó el teléfono, era ella:
—Santi, ya no puedo levantarme de la cama. No puedo más —le dijo con voz palpitante.
Impuntuales e inesperados, llegaron los problemas y se sentaron a la mesa.
Santi había practicado mucho su papel de vendedor, les ofrecía cambiar las sogas con las cuales ellos se mentían atados a sus cuerpos por sogas mucho más modernas, cómodas y unos cuantos kilómetros más largas.
La cena se dio por terminada.
Ella se despertó y su bostezo fue perdurable, al estirar las manos creyó que tocaba el cielo, y su sonrisa fue tan suelta que sentía que los labios se salían de su cara.

Ajuste de cuentas – Sergio Gaut vel Hartman


AJUSTE DE CUENTAS
Sergio Gaut vel Hartman

Los primeros casos, aunque llamaron la atención porque no es habitual que un sujeto muera a causa de un estallido encefálico, fueron lo suficientemente aislados y esporádicos como para producir conmoción, pero no pánico. Luego, cuando se hicieron más frecuentes, los investigadores pusieron a trabajar sus computadoras y no se tardó en descubrir que los que morían de esa manera espantosa eran japoneses, noruegos, islandeses, rusos y norteamericanos. Y la cosa no quedó ahí: todos los occisos trabajaban o habían trabajado en barcos balleneros. Por ese motivo no sorprendió el mensaje telepático recibido mientras las compañías armadoras estaban tratando de reclutar tripulantes entre los marinos mercantes y efectivos de las fuerzas navales.
—Somos selectivos —dijeron los cetáceos—; sólo actuamos en legítima defensa.

La cura - Marcial Fernández


LA CURA
Marcial Fernández

Cierto día despertó con un terrible dolor en la cara. Desde entonces y durante años visitó médicos generales, neurólogos, acupunturistas, homeópatas, brujas, charlatanes y otros; y a decir verdad ni aspirinas ni drogas ni agujas ni chochos ni otras tantas medicinas atinaban a quitarle el mal. Cobarde como era acabó por contratar un asesino a sueldo. Este definitivamente lo curó.

El gotán espera, bepi – Ricardo Germán Giorno


EL GOTÁN ESPERA, BEPI
Ricardo Germán Giorno

De jetra recién planchado, caí en la milonga. Vacía, puta madre. Ni se contaban las viejas de dentadura postiza y los veteranos de panza de vino.
Fui hasta los discos y puse “Garúa” en la voz de Fiorentino. Qué gola, mamita querida. Se me piantaron un par de lagrimones.
Sonó el celular. Mary haciendo el aguante con Peggy, Betty y July en la disco New York.
Paré la música. Me chupó un huevo las viejas.
—Sorry, Fiore —dije—. Saludameló al Mudo y al Polaco. Ya sabés, minas son minas, boludo.
Fui a casa. Me calcé la peor pilcha posible.
Hubo buen rock esa noche.

Ilustración de Diego manuel

Solo y su alma - Ricardo Chávez Castañeda


SOLO Y SU ALMA
Ricardo Chávez Castañeda

Vagando alrededor del mundo, por centurias, solo y su alma. Siempre solo y su alma hasta que al camino del mundo le salieron dos caminos.
—Por aquí —dijo solo.
Pero alma, que ve más allá del horizonte, adivinó que aquella era la ruta de la perdición.
—No, por acá —dijo alma.
Y, sin embargo, solo, que sabe leer los rastros en la tierra, vio que esa senda no era para ser caminada por nada que estuviera vivo.
Tercos los dos, solo se fue sin su alma —o sea, desalmado— por la ruta de la perdición y, por el otro camino del mundo, alma se fue sola, o sea desolada, sin dejar huella en la tierra.

Y ahora llegan cuatro cocodrilos gigantes - Eduardo Abel Gimenez


Y AHORA LLEGAN CUATRO COCODRILOS GIGANTES
Eduardo Abel Gimenez

Y ahora llegan cuatro cocodrilos gigantes que atacan a dentelladas las columnas del templo. Tras el altar, la gran escultura del dios de la lechuga tiembla y se libera del polvo acumulado durante siglos. El ojo del dios se enciende y lanza un rayo verde lechuga que se mezcla con el verde cocodrilo y convierte a las cuatro bestias en esmeraldas vivientes. Un mercader que pasa por ahí ordena a sus esclavos que roben las esmeraldas y las lleven al buque. Más tarde, en alta mar, fuera del alcance del dios de la lechuga, los cocodrilos volverán a atacar.
Mientras tanto, mejor me voy a dormir.

Publicado en La Mágica Web

Día de descanso - Manel Soler i Segura




El hombre leía el periódico en la sala, apenas auxiliado por la luz de un quinqué de cerámica. Era su día libre y se hallaba relajado, lejos del teatro, los aplausos y el nerviosismo de las representaciones. De pronto, al mismo tiempo que su esposa entraba en la estancia, una gargantuesca e incontenible flatulencia decidió abandonar su aparato digestivo, desgarrando la atmósfera como un trueno.
—¡Querido! —le regañó la mujer, irritada—. Te he dicho mil veces que no quiero que trabajes en tu día de descanso.
Joseph Pujol, el famoso petómano, ocultó el rubor de su rostro entre las páginas del diario.

El ogro y el pájaro - Jorge Martín


EL OGRO Y EL PÁJARO
Jorge Martín

Soy feo, enorme y estoy solo. De todos los seres que puedo ver, los pájaros son mis favoritos. Ellos son livianos, libres y bellos. Si me quedo inmóvil en la ventana y en mi mano extendida un grano del trigo, puede que algún pájaro compasivo se detenga un momento para comer y de esta manera alegre mis días y yo pueda completar mi sueño. Tal como había esperado una pequeña ave se posó en mi mano. Con el delicado pico tomo la semilla e hizo cosquillas en la palma. Instintivamente la cerré y aplasté el animalito. Cuando lo vi en el suelo, exánime por mi causa, pensé que no era un gran sueño el mío; no es tan malo ser un ogro.

Ilustración de Guillermo Vidal.

Sacrificio - José Luis Zárate


SACRIFICIO
José Luis Zárate

Pienso, luego soy. Sólo que era distinto a su pensamiento. Recordaba sus manitas. Pero los chivos no tienen manos. Tenía memoria de una pequeña vida que no era la suya. Un milagro. Se hablaba siempre de prodigios y maravillas de Dios. El que Siempre Ve Cumplida Su Voluntad.
Era parte de los rebaños de Abraham y El Señor le pidió que sacrificara a su hijo.
Soy yo, pensó, sorprendido el animal cuando vio al niño. Trató de detenerlo pero quedó enredado entre espinas. Fue entonces cuando el ángel detuvo el brazo asesino, cuando señalo al animal y dijo: sacrifícalo en su lugar, fue entonces cuando comprendió que, hiciera lo que hiciera, ese día Abraham iba a derramar la sangre de su hijo.
Grande es El Señor.

Groserías aleatorias - Olga A. de Linares


GROSERÍAS ALEATORIAS
Olga A. de Linares

Está plenamente de acuerdo con lo de colaborar del modo en que le sea posible.
En este caso no le cuesta demasiado, pues ama por igual escribir y leer.
Quizás porque alguna deidad ha detectado que, en el fondo, lo que hace tiene mucho de complacencia egoísta, ha decidido complicarle la existencia.
Como a todos los del grupo al que pertenece, para publicar algún comentario se le demanda copiar una azarosa secuencia alfabética. Ningún problema. Al menos al principio.
Pero de un tiempo a esta parte, las benditas letras han comenzado a formar palabras que la señora, con sus pretensiones de gran dama, se niega a reproducir.
¿Lo peor de todo? Su sospecha de que le están destinadas.

Ilustración de Vassili Kandinsky

Algo que puede pasar - Alejandro Bentivoglio



En la mayoría de los casos, soy un hombre pacífico. No soy de los que andan por ahí discutiendo y preocupándose por todo. Sí, de vez en cuando, me enfurezco levemente. Generalmente son estos hombrecitos que viven bajo mi cama los que logran sacarme de las casillas. Todo el día diciéndome que debo salir y matar o cosas por el estilo. Pero yo no les hago caso.
Excepto ayer, cuando salí temprano por la mañana y luego no recuerdo nada y más tarde, mi camisa inexplicablemente manchada de sangre, cerca de los puños.

De Dakota/memorias de una muñeca inflable.

¿Paranoia? - Angela Schnoor


¿PARANOIA?
Angela Schnoor

Desconfiaba de ellos. Algo le decía que debía tener cuidado. Leyó su ficha del hospital, pero nadie creyó en él. Vanamente, pidió ayuda al padre y a los hermanos. Aquella tarde, al ver los hombres de blanco en el fondo del pasillo, intentó esconderse, pero no lo consiguió. Él ya había sido seleccionado como cobaya para los experimentos del cirujano jefe.

Título original: Paranóia?
Traducción del portugués: GvH


Publicado en Microargumentos
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Accidente de recorrido - Miguel Carqueija


ACCIDENTE DE RECORRIDO
Miguel Carqueija

Siguiendo la pista del Acertijo, Batman y Robin rodaban con el batmóvil por México. Llegaron al DF y, al estacionar en una gasolinera para reabastecerse, fueron abordados por una extraña figura de ropa roja y antenas flexibles, armado con un chipote chillón.
—¡Un momento, Pareja Dinámica! ¡En México van a necesitar mi guía! ¡Lo que sea que estén investigando, los acompañaré!
Batman y Robin se miraron espantados y exclamaron: —¡El Chapulín Colorado!
—¡No contaban con mi astucia! —dijo el coloradito, animado.
—Pero... —objetó Robin— no necesitaba molestarse...
—¡No es molestia! ¡Es un placer ayudarlos! ¡Sé que aprendieron mucho de mí! ¡Llegó la hora de trabajar juntos!
Batman se palmeó la cabeza, desanimado. —Esto va a ser mucho más difícil de lo que pensé...

Título original: Acidente de percurso
Traducción del portugués: GvH

El mapa robado - Jordi Cebrián


EL MAPA ROBADO
Jordi Cebrián

Robó el mapa a un mercader con el que compartieron algunas jarras de vino en la peor taberna de la ciudad. Aprovechó la ebriedad del hombre para hurgar en los bolsillos de su chaqueta, hallando sólo aquel papel doblado. Luego supo que era un mapa mágico, que brillaba de noche y te indicaba con puntos amarillos los lugares donde había riquezas ocultas. Tras usarlo para cometer algunos robos afortunados se dirigió a un punto de la ciudad que brillaba rojo. Allí no vio nada especial, hasta que un perro rabioso le saltó encima y le mordió en el cuello, matándole.

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La cueva de Montesinos - Enrique Anderson Imbert


LA CUEVA DE MONTESINOS
Enrique Anderson Imbert

Soñó Don Quijote que llegaba a un transparente alcázar y Montesinos en persona —blancas barbas, majestuoso continente— le abría las puertas. Sólo que cuando Montesinos fue a hablar Don Quijote despertó. Tres noches seguidas soñó lo mismo, y siempre despertaba antes de que Montesinos tuviera tiempo de dirigirle la palabra.
Poco después, al descender Don Quijote por una cueva el corazón le dio un vuelco de alegría: ahí estaba nada menos que el alcázar con el que había soñado. Abrió las puertas un venerable anciaño al que reconoció inmediatamente: era Montesinos.
—¿Me dejarás pasar? —preguntó Don Quijote.
—Yo sí, de mil amores —contestó Montesinos con aire dudoso— pero como tienes el hábito de desvanecerte cada vez que voy a invitarte...

De Cuentos en miniatura.

Grabado de Gustavo Doré.