lunes, 31 de agosto de 2009

Insomnio de vigilias - Rafael Vázquez & Oriana Pickmann



Insomnio de vigilias - Rafael Vázquez & Oriana Pickmann

Suena el despertador, pero por más que lo busco no consigo encontrarlo. Siento que tratan, inútilmente, de traerme de vuelta a este mundo, pero mis ojos y mis oídos permanecen irremediablemente llenos de sueños. Minutos, horas narcóticas que pasan, mientras busco mi cuerpo y el de los demás a tientas, escuchando que me gritan, que me llaman, que me sacuden, intentando vanamente devolverme al otro lado de los ojos. ¿Qué hilo de Ariadna puede servir para hallar el camino que conduce a la vigilia? ¿Qué sendas interiores debo recorrer para encontrar, finalmente, los ansiados despertares?
El único camino posible es el de la rutina y el olvido. Sólo quien se pierde en sus redes, idénticas en la vigilia y en el sueño, encuentra la realidad.

Emboscada - Antonio Cruz


Emboscada - Antonio Cruz
En cuanto la vi, supe que estaba muerta.
Cuando nuestros ojos se cruzaron sentí un extraño escalofrío pero sacudí mi temor y avancé entre el gentío. Era imposible que ella supiera de mí.
Caminó hacia la estación de trenes y sentí que el momento había llegado. Apreté el cuchillo y apuré la marcha. Cruzó el molinete del otro lado de los rieles y se perdió en la esquina. Corrí.
Al doblar la esquina me detuve con sorpresa y terror. Con una sonrisa sardónica y una luz cruel en la mirada me observaba por encima del caño de la pistola.
Cuando comenzó a mover el dedo en el gatillo supe que mi corazonada era cierta.
Yo ya estaba muerta.

Fuego - Jacinto Deleble Garea


Fuego - Jacinto Deleble Garea
—Que no, te digo. Hasta la mitad lo llena el agua, vale, pero el resto no existe, ¿cómo vamos a tenerlo en cuenta?
—¡Y yo te he dicho que lo veo así, medio vacío, y punto!
—¡Pero está medio lleno!
—¡VACÍO!
—¡LLENO!
Esta vez, cuando al fin acude la madre, no dice nada, no les riñe como otras veces, sino que, con furia, rompe el vaso tirándolo al interior del lavabo. La cocina queda en silencio un largo y tenso instante, hasta que se marcha.
—¡Puff! Pues vaya solución, romperlo. ¿Es que no sabe que los vasos no los regalan?
—Fue un sacrificio necesario, así dejamos de discutir por culpa de él.
—Los cristales entaparán el agujero de la pila.
—Pero la tenemos harta y así no se nos olvida. Hizo bien.
—¡Tonterías, hizo mal!
—¡BIEN!
—¡MAL!

Vino - Esther Andradi


Vino - Esther Andradi
Mi cara se parece cada vez más a una pasa. Las arrugas me visten la sonrisa de lomo de tortuga, el llanto de crisálida, la seriedad de pasa nomás. Por eso bebo tanto. Para macerarme en alcohol y así poder tragarme. Lástima que no puedo sobornar al espejo.
Pero quizá termine disolviéndome en saliva, acogiéndome al privilegio de las hostias.
Publicado en: Come, éste es mi cuerpo, Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.
Tomado de: http://ficcionminima.blogspot.com/

Besos I - Martin Gardella


Besos I - Martin Gardella
Recorriendo el pastizal que rodea la laguna, una rana encantada se interpuso en mi camino y me pidió que la besara. "Sólo el beso de un hombre gentil puede romper el hechizo", croaba. Accedí a su pedido de modo elegante, imaginando un futuro esplendoroso en algún Palacio Real, pero me equivoqué. Mientras mi cuerpo encogía, verdoso y lleno de verrugas, alcancé a ver la silueta transformada de la hermosa princesa, huyendo a la carrera, con el rostro cubierto de lágrimas, y de vergüenza.

Vejaciones romanas - Héctor Ranea


Vejaciones romanas - Héctor Ranea
–No quiero más jodas como ésta –entró gritando Nerón al Senado–. Si siguen matando codornices para comerles las lenguas nos morimos de hambre todos.
–Bueno Nerón, perdoname, no sé lo que hago.
El magnífico Nerón se le quedó mirando y le dijo:
–¡Agrippa! ¿Justo vos? ¡No seas pendejo! ¡Cuando César dice que es suficiente, es suficiente! – gritó Nerón.
–¿Qué castigo le propinamos, entonces, César? – dijo otro senador en sombras.
–Que escuche por dos horas a Orazio recitado por Robin Williams.
–Tú sí que eres diabólico Nerón, tu fama de bestia te perseguirá por toda la historia.
–No sigas, Agrippa, que te mando a ver la tele.
–Sire, no seáis tan cruel conmigo. Acepto el castigo de escucharlo al yanqui en latín, pero por favor, ten piedad y no me hagas ver la tele.
Nerón casi lo perdona.

sábado, 29 de agosto de 2009

Mil graffiteros - José Luis Zárate


Mil graffiteros - José Luis Zárate

La veo hoy, junto a la tienda. La había visto antes en el parque, en el metro que tomo todos los días, en una calle que ya no frecuento. Es un modelo muy popular. Una imagen repetida por mil graffiteros. Sí, eso es, eso y no que esa figura pintada ha empezado a seguirme por toda la ciudad, con quién sabe qué aviesas intenciones.
Sonrío sin ganas. Que tonto soy.
Abro la puerta y la miro pintada en el muro de mi recámara.

Tomado de: http://zarate.blogspot.com/

Amaneceres y anocheceres - Graciela Pérez Aguilar


Amaneceres y anocheceres - Graciela Pérez Aguilar

En las salas de terapia intensiva siempre es de día. Pero es un día raro, de luz fría, sin crepúsculos rojizos ni amaneceres resplandecientes. Solamente amanece cuando alguien se despierta de un coma prolongado y anochece cuando ya no hay más remedio.

Cáliz - Miguel Carqueija


Cáliz - Miguel Carqueija

Los escritores de ciencia ficción especularon: en los átomos existen mundos donde todo es más vertiginoso. Mundos donde, quién sabe, existe gente... Después de leer esas historias me pregunté: ¿cuántas civilizaciones estaré engullendo al beber un cáliz de vino?

Título original: Cálice
Traducción del portugués: GvH

Counting on me - Alejandro Bentivoglio


Counting on me - Alejandro Bentivoglio

Desde la cornisa de mi ojo todo parece más pequeño. El mundo se mueve con lentitud sin que yo intuya el fin de los caminos. No hay palabras ni sonidos. No quedan pasos ni lejanías por conquistar. A lo largo del silencio, todo se va uniendo en un pequeño rompecabezas que cabe en la palma de la mano. He trazado el dibujo del mundo, que no se parece en nada en mí. He trazado mi propio dibujo y, no sin sorpresa, comprendo que no es que falte una pieza, sino que todas pertenecen a un rompecabezas distinto.

Tomado de Dakota/memorias de una muñeca inflable.

Gas en el avión - Jordi Cebrián


Gas en el avión - Jordi Cebrián

“Dentro de unos minutos iniciaremos el aterrizaje. Las autoridades locales nos obligan a llenar la cabina de un gas totalmente inocuo, a través de los conductos de ventilación. Procederemos en breve.” Nadie pareció inmutarse, ni cuando empezó a salir un vapor verde de las rejillas del suelo. Viéndome inquieto, el pasajero sentado junto a mi me tranqulizó: “Ellos saben porqué lo hacen, no se preocupe. No lo harían si no hubiera un buen motivo”. Al poco rato, las azafatas salieron de la cabina de los pilotos y todas llevaban mascaras antigás, pero entonces a mi ya no me importaba nada.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

Inspiración perdida - Jorge X. Antares


Inspiración perdida - Jorge X. Antares

La musa se acercó a la mujer. Su labor era inspirarla y sacar de ella sus mejores ideas. Se puso cerca de su cabeza y agudizó el oído para escuchar mejor los pensamientos. Por primera vez en eras sintió nauseas y por primera vez en eras decidió no hacer su trabajo. Lo que vio superaba cualquier aberración. ¿Cómo podían haber elegido a esta mujer como responsable de la defensa de la nación más poderosa del planeta?

De logros - José Luis Vasconcelos


De logros - José Luis Vasconcelos

Peritos magistrales en la reducción de cabezas, los pigmeos amazónicos ya tienen otra cosa de que enorgullecerse: ayer, su escritor más laureado se adjudicó el premio mayor en microrrelato brevísimo.

jueves, 27 de agosto de 2009

Minotauro - Antonio Cruz


Como quería descubrirse se metió en la maraña de su alma. Todavía vaga por los meandros de su mente sin poder salir del laberinto porque olvidó llevar un hilo que le marcara el camino de regreso.

Nicandro Quirón (De anima et vita - Argumentum - 1348)

Pajero - Esteban Dublín


Ando hacia el sur sin un norte, entre los reflejos y las visiones, frente a la quimera y pegado a la tentación, encima del aislamiento y detrás de la imaginación. Me levanto con la humedad, camino por la fantasía, ceno con tapas de calendario. Los que me ven creen que soy miembro honorario de un simulacro, pero los que me conocen saben que soy el hijo primogénito del delirio. Nací en un baño, mientras un adolescente pensaba en Scarlett Johansson. Algunos me llaman cuento, pero otros, menos amables, dicen que soy pura paja.

Publicado en "Los Cuentitos"

Imagen vía Flickr

Cielo - Alejandro Bentivoglio


Bruno cargaba un cielo enorme entre sus manos. Era un cielo de los más diversos colores y Bruno nunca lo dejaba solo en casa, no fuera que se lo robaran. Así que iba de un lado al otro con él, apenas tocando el suelo. Era un tipo que odiaba dar explicaciones y que otros las buscaran donde no las había.
Cuando murió nadie supo qué hacer con esa sombra de figura retórica que cubrió el lugar donde antes estaba el cielo.

Tomado de Dakota/memorias de una muñeca inflable

Imagen vía Flickr

Hay que recoger - Jorge X. Antares



Los niños jugaron hasta el amanecer y antes de acostarse guardaron sus juguetes humanos en los ataúdes. Todos menos uno. Su padre recogió los restos y los destruyó en el incinerador del cementerio. Enfadado, pensó en aplicarle al tierno infante un correctivo que nunca olvidaría.


Imagen: Paul Cezanne, "Pirámide de calaveras" (c. 1901)

martes, 25 de agosto de 2009

Palabras Cruzadas I - Cristian Mitelman


En un colectivo veo a alguien absurdamente concentrado en las palabras cruzadas. Pienso que es una futilidad perder el tiempo en semejante nadería. Sin embargo, alcanzo a distinguir que el otro ha escrito mi nombre en uno de los tramos verticales. Y además, veo que hay precisiones de mi propia historia en las otras líneas. Comprendo que en los espacios vacíos empezará a llenar todas las dudas que desde hace años me angustian; comprendo que las claves del futuro estarán escritas en esa cuadrícula. Pero antes de empezar, el hombre se baja del colectivo y me deja absolutamente vacío.

Prioridades - Paloma Zubieta López


No le importó sentir cómo las piernas se hinchaban ni la frecuencia con que le dolían las articulaciones; tampoco se fijó en el dorso manchado de sus manos ni en la piel, cada vez más arrugada y seca. Le tuvo sin cuidado saber que el vestido le quedaba holgado, que los zapatos se habían vuelto muy incómodos y que la vista comenzaba a fallarle. Lo único que la hizo reconsiderar su decisión fue cuando la cuadrilla de obreros quiso llevarse el banco en el que estaba sentada, arguyendo que ningún tren volvería a pasar por aquellas vías. Ese día, Penélope comprendió que era inútil continuar la espera y se marchó a casa con la intención de reorganizar sus prioridades.

Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/

Explosiones - Angela Schnoor


Ella sabía que sus respuestas a los hechos eran exageradamente emocionales. Era así desde que había nacido. Todo lo que le sucedía era dramático. Vivía con miedo y difícilmente se relajaba; no conseguía que nada fuera trivial. Nacida en Occidente, hubiera deseado desarrollar la quietud serena de sus ancestros. La madre, reprimida y poco comunicativa, percibió su sufrimiento y le contó la historia. Había intentado, sin fortuna, salvar a su familia de los escombros de Hiroshima. Al ser rescatada supo lo que albergaba en el vientre.

Título original: Explosões
Traducción del portugués: GvH

Un atropello a los derechos anátidas – Daniel Frini


Bastante hijo de puta el Caballero Cisne de Lohengrin. Ordenó la represión de una manifestación pacífica de los patos y la detención de sus cabecillas Donald y Lucas; en represalia por las burlas sufridas en su infancia, cuando era considerado un patito feo, feo.

El living sin tiempo - Esteban Dublín


En la casa de Martín Gardella hay un lugar enigmático. Pasa con frecuencia que el anfitrión invita a sus huéspedes a que lo esperen sentados en el living. Todo aquel que le hace caso encuentra un cuento en una mesa de centro y empieza a leer. Lo que sucede luego no tiene explicación alguna, porque a medida que el invitado avanza en el cuento, el tiempo se va haciendo más lento. Los segundos se vuelven minutos; los minutos, horas; las horas, días; los días, meses; los meses, años y los años siglos. Sucede entonces que el invitado queda sin noción del tiempo y, paradójicamente, cuanto más quiere apresurarse a terminar la historia, más despacio va corriendo el reloj. Así, todo el que inicia un relato se queda leyéndolo para toda la eternidad.

Tomado de: http://estebandublin.blogspot.com/

domingo, 23 de agosto de 2009

Obediencia debida - Olga Liliana Reinoso


Cuando la joven musulmana huyó para casarse con un extranjero, fue socorrida en casa de su amiga Zoraida, la hereje. Al día siguiente, su padre fue a buscarla, pero ella se negó a verlo. Dos días después, apareció su madre. La joven corrió a abrazarla, y como respuesta, recibió un balazo en la frente.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso
Arte:Susana Boettner

Sueño primero: desde la torre - Paloma Zubieta López


Para Lolita Fernández, con mucho cariño.


Apenas oscurece, se sienta a la mesa donde una hoja en blanco espera. Prende la máquina de colores primarios y, cuando la paleta está llena, moja con delicadeza la plumilla que sale de su corazón-violín e inicia el trazo. En la otra mano sostiene una lupa para descomponer los rayos lunares. Las horas fluyen mientras dibuja con pericia golondrinas que salen volando por la ventana, hacia el amanecer. La mujer búho esponja su plumaje al sentir frío en los pies desnudos, es tarde. Apaga la máquina, guarda la lupa, lava paleta y plumilla. Después, cierra las ventanas de la torre, se acurruca y duerme. Afuera, el sol ya se anuncia.


Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/

Arte:

Susana Boettner

Golpe al corazón - Martín Gardella


Todos los golpes de estado contra su reinado habían fracasado, pero los otros aún no se rendían. Nadie había logrado matar al poderoso e imbatible soberano. Pero el astuto zorro encontró la forma y, en asociación ilícita con la serpiente, asesinó a la leona y destrozó el corazón del rey de la selva.

Arte:

Susana Boettner

Reparto a domicilio - Gabriela Aguilera


El corazón estaba sobre la mesada de la cocina, algo grisáceo luego de tantos días en el congelador. Tomó el cuchillo eléctrico y lo cortó porcionándolo en lonjas gruesas que luego puso en bandejas de aislapol y selló con alusaplast. Fue una operación limpia y perfecta. Se sintió satisfecha de su obra. Entonces abrió la hielera y metió las bandejas con cuidado, unas sobre otras. Después salió a entregarlas. Una para cada amante que su esposo tuviera en vida. Se merecían un pedazo de su corazón.

Arte:

Susana Boettner

Palabras Cruzadas II - Cristian Mitelman


Un inglés observa a un irlandés que, en el banco de una plaza, juega a las palabras cruzadas. ¨Por eso esta gente no progresa¨, se dice, ¨malgastan la vida en esfuerzos absurdos¨.
En la grilla se ha formado la siguiente combinación: imponente, rollizo, Buck, Mulligan, aparece, alto, escalera, bacía, desbordante, espuma…¨.
El hombre abandona la plaza y entra en una taberna de la esquina. Aquellas palabras le han traído una especie de revelación.
El inglés, que lo sigue observando, piensa: ¨Y además, ebrio¨.

Arte:

Susana Boettner

viernes, 21 de agosto de 2009

Conserva fatídica - Diego Muñoz Valenzuela



Abrió con parsimonia la conserva de duraznos a pesar del apetito voraz que lo dominaba. Al doblar la lámina redonda de hojalata, vio un ojo que lo observaba fijamente, con una insolente expresión de curiosidad. El primer impulso fue arrojar lejos el tarro, pero muy a tiempo el ojo parpadeó con coquetería. Se contuvo y quedó mirándolo, hechizado. Era un ojo bello, glauco, límpido, dócil, dulce. Se enamoró de él. Imaginó que pertenecía a una admirable princesa víctima de alguna bruja. Arrancó uno de sus ojos e insertó el hallazgo en la cuenca vacía; dejó de sangrar por milagro. Vio el mundo de una manera distinta. Devoró los duraznos y tiró a la basura la lata. Abrió otra. Allí estaba el ojo, esperando.

Tomado de: http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/

Enfermero de río - Graciela Pérez Aguilar



Tengo una sed desesperante. El enfermero rubio me ofrece un minúsculo pedacito de hielo para chupar. Cierro los ojos y veo que del techo de la terapia intensiva cae una catarata de agua dulce con sábalos, surubíes, patíes, bogas y mojarritas. Abro los ojos. El pedacito de hielo ha desaparecido y el enfermero rubio me sonríe. Apenas entreveo unas branquias sospechosas en su garganta, cuando se va.

Vida pública - Laura Elisa Vizcaíno




Nació en un mercado, se divirtió oliendo a la gente del metro, su lugar favorito eran los baños, conoció todos los restaurantes y tomó el sol en 62 parques. Se sentía tan popular que con mucha seguridad entró a la casa más alumbrada de la zona. Y de repente ¡zaz! el matamoscas le aplaudió su fama.

Tomado de: http://ficcionminima.blogspot.com/

El chupacabras - Diego Muñoz Valenzuela

Me queda mirando con sus malignos ojos de bestia y sus mandíbulas recargadas de aguzados dientes. Sus garras pueden destripar a un hombre de un solo zarpazo. Tiene un metro de estatura y su contextura es delgada, nervuda, ágil. Poco puede hacerme a mí, sin embargo. Salto sobre él antes que pueda advertirlo y le secciono el cuello de una sola dentellada. Su sangre es espesa, cálida, sabrosa; me reconforta. Lo succiono hasta convertirlo en un pellejo fofo que arrojo a la caja de los monstruos desechables.


Tomado de: http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/

Sueño segundo: también desde la torre - Paloma Zubieta López


Pa’ Gon, por motivar mi búsqueda más allá de las estrellas.

El joven aprendiz de astronomía estudia el fenómeno de ingravidez con un modelo a escala de la Tierra y su satélite. Desvelado, se distrae con las golondrinas que vuelan cerca de la ventana y, por descuido, genera otra dimensión. Cuando descubre el distorsionado marco de referencia, recuerda que el maestro advirtió al respecto con voz grave: no puede pasar jamás pues atenta contra de las leyes del Universo. Sin embargo, el daño está hecho y ahora debe arreglar el estropicio. Abandona con rapidez la habitación para buscar ayuda. Su mayor torpeza fue salir por la puerta equivocada.

Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/

miércoles, 19 de agosto de 2009

Precipitación - Sergio Patiño Migoya


Voló con pericia varias veces alrededor de la catarata que caía a pico sobre el níveo paisaje de la hondonada. El lago era al fondo un fervor rugiente. Entonces la catarata se movió, la alcanzó de lleno y la mando directa a lo profundo. El travieso dios, no conforme con ello, tiró de la cadena.


Tomado de: http://breventosybrevesias.blogspot.com/

Nueces - Esther Andradi


Los vegetarianos me dijeron que una nuez tiene las mismas proteínas que un bife. Así que el domingo compré nueces. Soy mujer de ideas antiguas o bien de escasos artefactos modernos. Ergo: no dispongo de rompenueces. De modo que pretendí partir a las condenadas golpeándolas contra la mesa. Imposible. Apelé a mi instinto y apreté una contra otra. Infalible.
La comprobación me enseñó que aun con feminismo y todo, la mejor forma de dividir a las mujeres no es aplastándolas contra el piso -como nos hacen a algunas- sino apretando una contra otra. Como las nueces.


Publicado en Come, éste es mi cuerpo, Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.

Tomado de: http://ficcionminima.blogspot.com/

Por imitación - Angela Schnoor


Seres gigantescos tiraban a los niños en poderosas y destructoras máquinas, triturándolos para producir alimentos. Las mujeres, confinadas en celdas inmundas, eran inoculadas con hormonas artificiales que obligaban a sus cuerpos a producir óvulos y leche en abundancia. Los alienígenas habían observado muchas películas sobre los procedimientos que utilizaban las industrias agro-ganaderas para procesar los animales del planeta conquistado.


Título original: Por imitação
Traducción del portugués: GvH

martes, 18 de agosto de 2009

Así habló Caperucita - Daniel Frini



—¡Basta de clases sociales, camaradas!— decía a los habitantes del bosque, mientras les ofrecía el contenido de su canasta — ¡Debemos bregar por la emancipación de todos los trabajadores de esta foresta!¡La dictadura del proletariado hará cesar esta explotación vergonzosa en forma de historia para dormir a niños con el opio burgués de un cuento simplón!¡El imperialismo capitalista no sabe del torrente revolucionario que corre bajo estos pinos!
La abuela, más curtida por los años vividos bajo el régimen del Lobo, sonreía a los animales como tratando de atenuar los exabruptos comunistas de su nieta, a la que todos en el bosque de Böhmerwald llamaban “La Roja”.

sábado, 15 de agosto de 2009

...Son ojos porque te ven - Jordi Cebrián


Me convencieron para que fuera al psicólogo, y me explicó que mi problema consistía en que tengo una cara con la que miro al exterior, y otra con la que me miro a mi mismo. Y al verme a mi mismo desde fuera, no me reconozco, ni reconozco la cara que me observa, que es la mía, o eso decía el psicólogo al menos, pues a esas alturas yo ya me había perdido y no entendía de que cuernos hablaba. Pero, por no desairarle, asentía con ambas caras, y miraba la suya como si me importara algo lo que dijera.

Inconclusa - Paloma Zubieta López


Ciega, se desdobla de deseo mientras el cuerpo se multiplica en forma exponencial y se dirige hacia lugares insospechados. Él no puede alcanzarla y, desesperado, la ve fugarse cada vez más lejos a pesar de todos sus intentos. Ella lo percibe como un eco incomprensible y se aísla en la mitad de la noche con los sentidos embotados hasta que se agota. Él se queda flotando con el corazón roto y ella se levanta de la cama insatisfecha, pensando que quizá debería probar una novedad, algo que —de verdad—, la excite.

Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/


Ilustración: fragmento de Cabeza Rafaelesca Estallada, de Salvador Dalí

El robot - Alejandro Ramírez Giraldo


He comprado un robot que hace a la perfección las labores domésticas: limpia, lava, cocina, atiende la visita, responde el correo, me da la comida y me lleva al baño. Su desempeño no tiene objeción, pero me desagrada un aspecto que me falta por configurar: no sé cómo hacer para que se calle y deje de decirme que es más inteligente que yo.
Tomado de: http://cuentominicuento.blogspot.com/

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

El piano de Furanji - Esteban Dublín


Era bien sabido que cada noche el Conde de Furanji conocía una nueva amante. Su belleza, su dinero y su poder eran razones suficientes para que las mujeres se derritieran en sus sábanas. Lo curioso era que cuando la pasión ardía en la habitación del Conde, su piano, sin intérprete alguno, empezaba a evocar solo una melodía que encendía el calor de los amantes. Las teclas se tocaban de manera independiente y, aunque nadie ejecutaba las notas, los sonidos estaban cargados de una enorme melancolía, de una pasión incontenible, de una tristeza particular. Solitario, el piano trataba de atraer una pareja con su música, como buscando el amor que le sobraba a su dueño.

Tomado de: http://estebandublin.blogspot.com/

Apocalíptica - Paloma Zubieta López


Llovió torrencialmente durante muchos días. Al inicio, las calles se convirtieron en canales y los habitantes se trasladaron a vivir en las azoteas. Luego, los grillos se multiplicaron y sólo se oía su canto incesante hasta que fueron devorados por los sapos. El agua fue sumergiéndolo todo y el silencio volvió a reinar. Cuando escampó, un lago había vuelto a aparecer en su antiguo lecho y ya nadie se acordaba de la Ciudad de México que, cual Atlántida, pasó a formar parte del imaginario colectivo.

Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/

jueves, 13 de agosto de 2009

Una de griegos y troyanos - María del Pilar Jorge


Mientras griegos y troyanos se trababan en singular combate, el caballo de madera, ya vacío, al descubrir a Helena asomada a una ventana, cobró vida. Sus miradas se cruzaron, Helena le sonrió a la bestia y saltó sobre su grupa.
Menelao todavía la está buscando y Paris llora sus penas.


Imagen de lar.vgo tomada de Flickr

Lluvia - Jose Luis Zárate


La lluvia deshizo las líneas, corrió los colores del mundo, desdibujó los límites precisos entre los objetos de tal manera que el cielo oscuro y los muros fueran parte unos de otros. Miro sin comprender. No el fenómeno, sino a los que arrojan las sombrillas y se lanzan sonriendo al agua.


Imagen de Jersey Jen tomada de Flickr

Nombre - Olga A. de Linares


¿Cuál es mi nombre?
¿Éste, con el que todos me conocen?
¿Por qué, entonces, lo siento tan ajeno?
Hay otro, debe haberlo, escondido donde yace también el rostro verdadero, subterráneo, incógnito, oculto igual que él.
Tal vez algún día alguien reconozca esos, mis secretos rasgos.
Tal vez en alguna mirada pueda verlos, en el momento exacto en que otra voz me llame, con las palabras sin mentiras del amor.

Imagen de googlit tomada de Flickr

En el tablero - Laura Elisa Vizcaíno


Me gusta aquel retraído que juega ajedrez, que me desviste despacio, que me cabalga en forma de “L”, que alfilea con inclinación, que se desliza en línea recta y que a punto de hacer el jaque me deshace en miles de peones dejándome ganar.

Imagen de Ben Heine tomada de Flickr

Besos III - Martín Gardella


¿Cómo romper el hechizo que me ataca, sin contagiar a quién se atreva a sanarme? Me remordería la conciencia que uno de mis besos de sapo condenara a una doncella a llevar una vida similar a la mía. Encontré la respuesta a mi dilema, cuando la vi llegar, saltando, hasta el borde de la laguna. Sin preámbulos, posé mis labios rugosos sobre su boca verdosa y amplia de rana. Tras un mágico destello, mi cuerpo recobró su antigua fisonomía humana y ella apareció, junto a mí, en forma de hermosa doncella. Desde entonces, nos encanta pasar largas horas juntos, liberando nuestras pasiones con besos fogosos; a veces, como ardientes amantes humanos, y algunas otras, como fríos anfibios del pastizal.



Imagen de carla.martens tomada de Flickr

Pura vanidad - Laura Elisa Vizcaíno


Cuando desperté él ya estaba encima de mí, tomándome con sus manos callosas, restregándome contra el estiércol del piso, infectándome de su aliento a pescado. Traté de defenderme jalando sus cabellos y lo único que logré fue llenarme los dedos de algo pegajoso. Él intentaba sujetarme la cara mientras yo olía el sudor de sus axilas. Al morder mis labios y simular un beso, había algo más que saliva en esa boca, como trozos de pellejos y semillas, un sabor agrio, mezcla de las secreciones que me obligaba a probar. Cuando sentí todo el bulto de mugre dentro de mí, ya no pude hacer nada. Volteé a ver las ratas que me habían estado rodeando desde el principio y las envidié profundamente.



imagen de birdtoes tomada de Flikr

martes, 11 de agosto de 2009

Productos de limpieza - Jordi Cebrián


Productos de limpieza - Jordi Cebrián

Dos veces por semana una señora viene a hacer limpieza. Al principio, al volver del trabajo, me encontraba los dos o tres productos de limpieza que usaba. Pero veo que cada vez utiliza más líquidos y potingues: amoníaco, lejía, jabones de todo tipo, ceras, salfumanes, antipolvos, desengrasantes, antioxidos y cien botellas más con siglas extrañas que desconozco.
Temo que tanta química suelta no debe ser buena y que algo debe quedar en el ambiente y en lo que comemos. Pero me dicen que no y que el hecho de que ahora mis hijos brillen en la oscuridad no está relacionado.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

No hay enemigo pequeño - Jorge X. Antares


No hay enemigo pequeño - Jorge X. Antares

El villano dictador planetario murió mientras pilotaba su avión de combate en un ataque de diversión sobre un campo de concentración. Un inoportuno picor en la entrepierna le hizo perder la concentración y le abocó al fatal destino. El fabuloso hombre pulga salvó al mundo dónde los demás héroes más grandes y poderosos habían fallado.

Ciudad viuda - Esteban Dublín


Ciudad viuda - Esteban Dublin

Lo que le digo, sumercé, en este pueblo sólo hay viudas. Tremendo, claro, porque sí, una puede que sea mujer correcta, que le guarde luto al marido, pero no hay cuerpo que aguante semejante sequía. Mercedes cumplió el mes pasado veintiocho años sin hombre. Amelia llegó a los dieciocho. Aunque bueno, a la viuda de López le ganó la gana a los ocho años. Se fue pa’ otro pueblo y por ahí supe que conoció macho. Bendita ella. ¿Qué dice, perdón? Ah, sí, eso pasa a cada rato. Aquí no llueve agua, sino maridos. Pero no duran, sumercé. Con esa fuerza con la que caen, se vuelven pedazos. Vea ahí no más un bracito. ¡Comadre, la escoba!

Tomado de: http://estebandublin.blogspot.com/
Cuadro de Bruno Busnelli: http://www.brunobusnelli.com.ar/