jueves, 8 de julio de 2010

De oficio - Una Pérez Ruiz


Una mañana, un auténtico aburrido se sienta, inmóvil, callado, a esperar que se lo lleve el atardecer, que la oscuridad lo disuelva. Pero ya que el sol cae y sigue metido en su cuerpo, acaba por aceptar que se salvó para siempre del hastío: ahora es un feliz suicida.

Ilustración: "Loco suicida", de José Jaramillo

1 comentario:

Florieclipse dijo...

Las palabras exactas, la sensación perfecta. Una imagen contundente. Me encantó.