viernes, 5 de noviembre de 2010

Pasarela - Héctor Ranea


La modelo empezó su caminata saliendo de la doble bambalina, atrás tenía un nombre famoso del arte inigualable de la Haute Couture. El vestido décolleté, tenía unas volutas hechas en una tela moderna que mostraba sin dejar ver. A medida que paseaba, con un paso que asemejaba el de los caballos sevillanos, rígida, maquillada como una máscara veneciana, se pudo ver que estaba adelgazando a ojos vista. A la mitad de la pasarela las damas, los artistas, los empresarios que chupaban en el ring side, se sorprendieron ya que la transparencia del vestido dejaba ver sus genitales. Más allá, vieron sus costillas, sus fémures. Al final del pasadizo, ya era un esqueleto que caminaba erguido. Se rompieron copas y botellas de champán y vino caro al notar que era, nomás, la Muerte. Pero todos se tranquilizaron al punto, al entender que la Muerte había venido por la Doncella.

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