miércoles, 30 de noviembre de 2011

Resonancias – Héctor Ranea


Un pájaro gore que tenía las plumas de cristal cantaba alegremente en la selva en la que vivía. Su alimento perfecto eran los animales de sangre caliente, sobre todo la sangre caliente de esos animales. El canto alegre de esa madrugada se debía a la cena perfecta de la noche anterior. Había alcanzado para su pareja y, como siempre, los restos los guardaba en los frascos de perfume, caireles huecos y candelabros de Murano que colgaban como alforjas de las terminales de sus plumas. Cuando cantaba, como esa mañana, lo hacía engolándose con diferentes frascos vacíos así su voz resonaba con diferentes timbres. Precisamente ahora suena con la tesitura de un humano con voz de barítono; en realidad, la más común de las voces masculinas. Se nota que ese pájaro es poco selectivo.

Héctor Ranea

2 comentarios:

Javier López dijo...

Me encantó, Ogui.
Ornitólogo onírico donde los haya, usted.

Ogui dijo...

Me encontré con una pluma y describí al pájaro... nada más. Lo mío es copiar.