domingo, 18 de diciembre de 2011

Confesión – Armando Azeglio



“La verdad es un imposible necesario hijo”, sentenció el cura tallando cada palabra en el aire. La escena me llamó la atención. Me pareció que aludía mucho más al mundo de las parcas griegas (las que hilan, devanan y cortan) que a una epifanía cristiana. No solo porque en sus manos revolvía una soga (como si fuera la serpiente de un hilandero) sino porque la frase sonaba más a Zenón de Elea que a Aristóteles. De pronto, dio un salto sobre un cubículo con una superficie pulida a espejo. “Cuidado con las partes cuando no se las pueda integrar en un todo; se puede caer en algo así como un bochorno cósmico”. Y dicho esto cruzó la cuerda en una viga que atravesaba la estancia a lo largo. Se hizo la noche. El cuerpo quedó suspendido por el cuello. No quise hurgar en su historia. Tampoco esperé la absolución.


Sobre el autor:
Armando Azeglio

2 comentarios:

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

El personaje no quiso hurgar en la historia, pero sí lo hizo, y con mucha eficacia, el autor. Muy interesante, Armando.

Alberto Pez dijo...

Ese cura y esa sotana no estaban integrados en un todo.
La soga solo hizo su trabajo: que se cumpla un destino manifiesto.