jueves, 8 de diciembre de 2011

Educando a Violeta – Héctor Ranea


―¿Tengo que darle la mano al señor, papá? ―dijo Violeta, acongojada.
―Sí; se una niña educada ―dijo el señor Cuarnes.
―Te la devolveré―. Terció Forbes.
La niña se desatornilló la mano con parsimonia, como quien no quiere dar lo que le es caro.
―Tome ―. Espetó.
El señor Forbes se la engulló de un bocado. La niña, a punto de un llanto desconsolado, dirigiéndose al padre:
―¿Viste lo que hizo? ¿Cómo me la va a devolver ahora, papá?
Y Forbes le contestó: ―Ni te molestes Violetita. Es un muñeco. El ventrílocuo soy yo. Y ahora prepará tu patita, nena. Tengo hambre.

Encuentre al autor en: Héctor Ranea

4 comentarios:

El Titán dijo...

excelente don ogui! qué ricos deben ser los muñecos...

Ogui dijo...

no es tanto el sabor como la educación...

María del Pilar dijo...

Esos son los riesgos de la "buena educación", Ogui: decir que no es mucho más saludable que ser amable, cuando nos piden algo que no nos conviene.

Ogui dijo...

Cierto, María. Pero a las "Violetas" de este mundo las educamos para que obedezcan...