jueves, 29 de septiembre de 2011

En la consulta – Claudio G. del Castillo


–Hola, Don Pepito.
–Hola, Don José.
–¿Pasó usted ya por casa?
–Por su casa yo pasé.
–¿Vio usted a mi abuela?
–A su abuela yo la vi.
–Adiós, Don Pepito.
–Adiós, Don José.
–¡Ah!, Don Pepito.
–Diga, Don José.
–A lo que venía.
–¿Venía usted a qué?
–¿Tiene aspirinas?
–Un par yo tengo aquí.
–Gracias, Don Pepito.
–Por nada, Don José.
–Adiós, Don Pepito.
–¡Adiós, Don José! ¡Adiós!... ¡Qué pesado! El siguiente… ¿Y usted qué quiere, señora? Ya le dije que no soy veterinario. Me importa un pepino cuántos huevos puso su gallina… ¿El enanismo del ratón de Susanita? Será la hipófisis, ¿cómo podría saberlo? Que pruebe darle menos chocolate. ¡Hala, todo el mundo para la calle! ¡A joder a la consulta de Don Miliki, que solo tiene tres pelos pero tiene más tabla!

Imagen: Bridge, de sergiobarrera527 en deviantArt



Acerca del autor:

Camino del perdedor - Alejandro Bentivoglio


No me espera nadie cuando llego al aeropuerto. No me extraña, no soy alguien importante. Tomo un taxi que me cobra de más. El hotel es miserable y la atención es terrible. Hace mucho frío y no recuerdo el nombre de la ciudad en la que estoy.
Pido indicaciones, pero nadie habla el idioma. A la noche ceno sin hambre. Miro mis valijas vacías. Los aviones tienen la propiedad de ser ausencia en movimiento.
Duermo en el suelo. Durante la madrugada me quitan la habitación para dársela a otros huéspedes. El resto de la semana es más o menos lo mismo.
En una tienda de recuerdos busco sin suerte una postal que diga: Olvido de Ninguna Parte.

Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

Imagen: Yellow-Red 1, de nordicspy en deviantArt

Paso en falso – Sergio Gaut vel Hartman


—Soy aficionado a los juegos de palabras —dijo Héctor Detroya, el saltimbanqui salteño.
—¿Ah, sí? ¿Muy aficionado?
—Fanático, diría.
—No sabe con quien se mete —declaré. Y sin darle tiempo a reaccionar lo sepulté bajo un alud de palabras como “ludo”, “ajedrez”, “tetris”, “waterpolo”, “truco”, “pase inglés”, “oca”, “backgammon”, “poker” y otras ciento diecinueve por el estilo—. Nunca desafíe a un escritor.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Imagen: Invasion, de yinkheay en deviantArt

Amigos - Rafael Blanco Vázquez


Érase una vez dos amigos que eran tan amigos que eran muy amigos.

Eran realmente grandes amigos.
Hasta que siendo los dos muy viejos, se murieron.
Tenían cada uno más de cien años, de forma que entre los dos tenían más de doscientos.
Y la gente comentaba: hay que ver lo amigos que eran.
Yo escuché a uno comentar: es que eran tan amigos que si hubieran sido más amigos habrían sido tan amigos que habrían sido muy muy muy amigos, que es exactamente lo que eran aquellos dos amigos.
Recuerdo que aquel testimonio me conmocionó tanto que si me hubiera conmocionado más me habría conmocionado tanto que me habría muerto de la conmoción, y entonces a ver quién se pone aquí a contarles esto, eh, a ver.

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

Imagen: Wasabi, de Stage3R en deviantArt

martes, 27 de septiembre de 2011

¡Strike! - Fernando Puga


Me acerco hasta el borde de la pista. Me agacho. Extiendo la mano e introduzco un dedo en cada hoyo de la bola. Con la suavidad de un amante la traigo hacia mí. Retrocedo. La sostengo a la altura del mentón, afino los ojos y apunto. Doy tres pasos hacia adelante y al mismo tiempo balanceo el brazo que sostiene la bola. Al llegar al límite de la pista la arrojo. Tan preciso es el tiro que derriba todos los palos. Tu desnudez se rinde ante tamaña puntería.

Sobre el autor: Fernando Puga

El vampiro pierde su duelo frente al sol - Alejandro Bentivoglio


Presiento un conato de disputa bajo el ojo, un amagar de pestañas que se abalanzan más lejos del párpado ante el inminente amanecer de la pupila. Es en vano precipitar las manos para evitar el contacto de luz que finalmente nos alcanzará.

La lágrima (primer rastro del combate perdido), se desplaza y se despereza hasta la empuñadura de la cara, arrastrado con ella todo resto de dignidad vampírica.


Tomado del blog: Memorias del Dakota 
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

La fuerza y la bendición – Héctor Ranea


Tocar es mejor que hablar. Tocando transferimos lo que no se puede decir. Hablar es transferir a quien no podemos tocar, por ejemplo al futuro. Cuando la toqué por primera vez tuve una sensación de futuro. No hablamos. No podíamos hacerlo. Ella era una anciana mapuche, yo un joven analfabeto en su lengua. Me tocó y su nieta me dijo que me estaba diciendo: “¡Que Dios lo bendiga, joven!” Yo supe que la anciana no quiso decir Dios, pero la joven no sabía como nombrar al Dios de su abuela.

Sobre el autor: Héctor Ranea

domingo, 25 de septiembre de 2011

Ella se fue - Fernando Puga


Sentada en el umbral a estas horas ¿esperás a otro? No llegaré a saberlo. Te levantás de un salto al ver que voy a entrar.
—Perdón— decís y te ruborizás; como si estar allí fuera un delito; como si alguna vez lo hubiera sido.
Espiaré por la mirilla una vez dentro para ver si volvés a sentarte. No lo harás.
Abriré la puerta. Intentaré llamarte; pedir que te quedes en mi umbral todo el tiempo que se te dé la gana, pero ya tu aura se pierde al doblar la esquina.
Por alguna razón me entristecí. Como si yo fuera Dios y acabara de expulsarte del paraíso.

Sobre el autor: Fernando Puga

Las falanges - Sebastián Chilano


Tocaba el piano en la casa de una amiga cuando no había nadie. Abajo de las teclas encontró oro. Lo metió en la cartera. La amiga la llamó esa noche para decirle que el piano estaba desafinado. Que no volviera por su casa hasta que lo arreglara. Al mes la amiga llamó y dijo que podía volver. Ella dijo que no, que tenía ya su propio piano. Su amiga le preguntó si había levantado las teclas del nuevo piano. Cuando lo hizo, no encontró nada. Pero antes de sacar los dedos, las teclas cayeron y le partieron las falanges. Todas.

Sobre el autor: Sebastián Chilano

XVIII - Lili Mendoza


En el mortero trituró la bruja anís, alcanfor, tres rezos, aché y el humo de un tabaco. Puso todo en una botella, pétalos de rosa blanca y miel de caña para cerrar el trabajo. En lo profundo abrió la diosa sus ojos verde alga y al oír su nombre le brotó arena de la boca.
Nadó hasta la botella y la devoró insatisfecha. Quiere a la bruja ahogada, pulmón lleno de agua.

Tomado del libro "Corazón de Charol A-go-gó" con autorización de la autora

viernes, 23 de septiembre de 2011

De máscaras e identidades - Fernando Puga


Bajo la máscara no hay nada. A tientas la acomodo con cuidado cuando por las noches me la saco antes de acostarme. La espolvoreo con talco para que no se endurezca y por la mañana la limpio con un trapo empapado en alcohol y me la vuelvo a poner sin correr la persiana ni encender la luz. No quiero sorpresas.

Sobre el autor: Fernando Puga

El genoma – Héctor Ranea


El don profesor doctor Weiheiligen Schmidtt-Zuperfgaussen, de la Universidad de Pomerania Oriental, después de no pocas e infructuosas investigaciones logró descifrar el genoma de las ratas con las que la familia Stradivarius desarrolló la cola para sus famosos violines.
Con su histo-nanoconstructor Schmidtt fue capaz de obtener la molécula de colágeno adecuada, pudiendo industrializar una cola que fue buena para casi todo. Sin embargo, los luthiers y los analizadores de espectro fueron categóricos: para emular los violines cremoneses, no servía. Era buena, mas no como la original. El bueno de Schmidtt se suicidó.
En algunos manuscritos, su alumna, Henrriquette Spalmenmerg-Konstupagen encontró una pista: varios testigos escribieron que los Stradivarius recibieron un gigantesco lote de ratas que les vendió un flautista bastante inescrupuloso, venido a la sazón del condado de Hammeln.
Queda en tren de conjeturas, claro. Todavía no hay certeza científica, pero parece que era él nomás.

Sobre el autor: Héctor Ranea

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Apocalipsis now - María del Pilar Jorge


El clima era cálido y el ánimo de aquellos que saturaban con sus vehículos las calles, pésimo. En medio de la batahola de bocinazos y bárbaros insultos, un hombre de aspecto místico, que aferraba entre sus brazos a un icono de ébano, tropezó contra un auto: ese mínimo gesto fue estímulo suficiente para que el conductor abriera la portezuela esgrimiendo un látigo. Aunque el primer lonjazo alcanzó a lastimarlo en el cartílago auricular, el peatón continuó su carrera.
El conductor entró al vehículo y, con un gesto rápido, sopapeó al niño que lo acompañaba. A pesar del angustioso llanto de la criatura, el hombre comenzó a tocar la bocina de manera insistente.
En ese ambiente sórdido, donde todo parecía válido, la ciudad se transformó en un gigantesco set en el que se rodaba una película de temática apocalíptica cuando una pestífera lluvia cáustica se precipitó a torrentes. Recién entonces, los demás sonidos se apagaron.

Sobre la autora: María del Pilar Jorge

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cola de paja - Fernando Puga


¿Por qué me escondo cuando pasás por la puerta del negocio? ¿Por qué no quiero que me veas? ¿Por qué no quiero que te vuelvas a cruzar en mi camino? ¿Por qué no quiero saludarte ni hablar con vos? ¿Por qué? ¿Es porque no puedo tolerar tu discurso y hacerme cargo de tu demanda o es porque sabés de la máscara que oculta mi verdadero yo, ése que se niega a mostrarse así porque sí y que vos alcanzaste a vislumbrar?

Sobre el autor: Fernando Andrés Puga

Precoz - David Moreno


Vivíamos separados por una pared, mi dormitorio pegado a su salón. Tan cerca, tan lejos. Nunca nos habíamos visto, ni oído, ni siquiera preguntado nuestros nombres, pero cumplíamos entusiasmados con nuestra cita. A las diez en punto de la noche desde hacia unos meses, abría mi libro de poemas y le recitaba unos versos de amor en voz alta. Ella, para que supiera que eran de su agrado, daba unos golpecitos y felices dormíamos hasta el día siguiente.
Anoche, me atreví. Me asomé a su ventana, justo cuando impaciente apoyaba su cabeza en la pared. Al girarse, vi que era tan sólo una niña, con sus ojos me decía que la esperase.

Tomado del blog: No Comments
Sobre el autor: David Moreno

sábado, 17 de septiembre de 2011

Entretelones – Sergio Gaut vel Hartman


—Hagamos esto: vos te hacés el muerto.
—¿Cómo?
—Tengo un extracto de amonita que reduce los signos vitales al mínimo durante un par de días.
—Bien. ¿Y después?
—Voy a la cueva, digo: “Lázaro, levántate y anda” y se habrá producido el milagro.
—Eso es fuerte. ¿Y luego?
—¡Ni idea! Si sale bien pensamos algo.
—Va a ser divertido.
—¡Ya lo creo!
—¿No será peligroso?
—Sin un poco de riesgo no hay emoción.
—Eso es verdad.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Dulce - Alejandro Bentivoglio


Mario es frío, fantasmal, transparente. Como el reflejo de un silbido en la oscuridad. Sus pasos son suaves, afeminados, y su voz completamente lampiña. Poco hay de varonil en el espectral y dulce Mario.

A veces queremos decirle que haga algo diferente. Que se nos manifieste de una forma que provoque el pánico más absoluto. Pero él dice que no, que prefiere ser así. Pegarle un tiro a alguien, de vez en cuando, con algún arma de bajo calibre. Quizás reírse de su víctima y alejarse, con esos pasitos cortos que casi ni dejan huella en la sangre que lentamente va ganando el piso.


Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio
Tomado del blog: Memorias del Dakota

Reencuentro - Álvaro Sánchez Schwartz


Al llegar al lugar del accidente se me hizo difícil reconocer a Miriam. Después, sintiendo una extraña premonición caminé hacia el borde de la pista y ahí la pude hallar. Su rostro cansado y envejecido había perdido aquella hermosa sonrisa que me regalara cada mañana al despertar. Su cuerpo marchito e irreconocible, convulsionaba silenciosamente en el piso cada cierto tiempo. En la ambulancia, su mano trató de aferrarse a algo y en su búsqueda desesperada, sus ojos, asombrados, se posaron en los míos. En la calle la sirena de la ambulancia iba dejando tras de si un murmullo de palabras, mientras Miriam, perdiendo aquella desconfianza inicial, cogió mi mano como si dejara atrás a una soledad ya olvidada, y en aquel momento expiró. Y ahora si, sin miedo y como antes, juntos y de la mano, la guíe apaciblemente hacia la luz.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Mal camino - Xavier Blanco


Abrió los ojos doloridos como si emergiera por un pozo oscuro. No conseguía respirar. La sangre seca obstruía su nariz y seccionaba su garganta. Descendió, tembloroso, del vehículo. Una bruma baja asediaba el paraje. Miró a su alrededor: reconoció el cuerpo de María, inerte, en la ciénaga. Sólo podía ser un sueño, quizás una maldita pesadilla. Recordaba las risas, la carretera serpenteante, el claxon del camión y aquella luz cegadora. Tal vez había aparcado en el mismísimo infierno, tal vez sobró la última copa. Aterido, sintió frío, le atacó el miedo, un silencio sepulcral antecedió al respiro de la muerte.

© Xavier Blanco 2011.
Tomado de Caleidoscopio

Abuso de los FX en el cine extranjero - Néstor Darío Figueiras


Intento escuchar a la teniente encarando a la Reina. Debo aparecer cuando le grita “¡Deja a Rodney, bestia!”. Espero.
Me da el pie. O eso creo. Usando dientes y garras, irrumpo provocando una explosión de vísceras sangrientas.
—¡Corten! ¡No ahora, maldición! ¡Repasa el guión!
Agitando su cola rabiosamente, el director pide un nuevo clon de Rodney.

Sobre el autor: Néstor Darío Figueiras

Ley de vida - Sergio Gaut vel Hartman


—Mami, ¿yo me voy a morir?
La madre traga en seco y mira al niño, ubicado un metro más abajo.
—Todos nos moriremos, en principio —responde finalmente.
—En principio o al final?
—Al final. —La madre se ilusiona con la posibilidad de que la conversación tome otros rumbos. Pero no.
—Ah. ¿Y cuando yo me muera no voy a estar más?
—Y... no.
—¿Y vos vas a estar?
—Bueno, spongo que no. La ley de la vida es que los padres se mueran antes que los hijos.
—¡Qué suerte!
—¿Qué suerte? ¿Por qué suerte?
—Porque así, cuando me muera, no me vas a tener que extrañar.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Delicatessen - David Moreno


En cuanto la vi aparecer por la puerta supe que el caldo de hoy iba a ser exquisito. Tenía todos los ingredientes preparados: pelo de gato, cola de rata, yema de huevo de avestruz, tripas de saltamontes, uñas de elefante, ancas de rana, eructo de ogro y, en breves, no faltarán los ojos inocentes de una niña.

Tomado de No Comments
Sobre el autor: David Moreno

martes, 13 de septiembre de 2011

La dolorosa revelación – Sergio Gaut vel Hartman


El día que le revelaron la verdad se deprimió mucho: era un androide, siempre lo había sido. Corrió a su casa y trató de contárselo a su mujer, a sus padres y a sus hijos. Lo trataron como si él no existiera, como si hubiese muerto. Decepcionado hasta el límite de lo tolerable, se arrancó la unidad de memoria ubicada en la nuca y dejó de funcionar, lo que en otros términos podría considerarse un suicidio. Por ese motivo no se enteró de lo ocurrido en el estudio del los abogados que hicieron los trámites sucesorios destinados a repartir sus empresas, las casas, yates y el dinero acumulado en cuentas suizas y de las islas Caimán. Todos coincidieron en una especie: había sido un androide admirable en todos los aspectos.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Una momia - Fernando Andrés Puga


Delante de mi cara hay otra cara. Tan cerca está de mi cara que pasa inadvertida. Hoy por la mañana lo supe. Cuando me acerqué al espejo, noté un pellejito justo debajo de la oreja derecha y por querer sacarlo tiré de la puntita. Cuando me vi, no pude soportarlo. Temiendo asustar a alguien y provocarle un infarto, no tuve más remedio que cubrirme con lo que tenía a mano. ¿Alguien me puede decir si esa cara superior vuelve a crecer o la perdí para siempre? Entiendan que es para mí de vital importancia saberlo. Si la respuesta es negativa no sé qué es lo que haré. Puede terminar con mi reputación.

Sobre el autor: Fernando Puga

Actualidad – Federico Demarchi


Una enorme bola de acero atraviesa la medianera del antiguo caserón y arranca la cabeza de la anciana sentada frente al televisor.
Adherida a la bola, cruzando el aire con un gesto de satisfecha aprobación, la cabeza muere informada: de acuerdo con lo manifestado en el noticiero, un juez ha puesto fin a la ola de desalojos.

Tomado del blog Poesía y Microficción

Vuelta atrás - Rafael Blanco Vázquez


Tu madre es un torpedo, la mía es una petarda, la de tu amiga Merche es un coñazo, la de mi amigo Fabilio es una estúpida, la de tu ex novio Eloy es una imbécil, la de mi ex novia Omara es una infeliz, y eso por no hablar de nuestros padres: el que no es un borracho es un hombre de negocios siempre alerta, o tiene bigote, o sólo sabe gritar, o sólo sabe callar, o sólo escucha canciones de su infancia. Míranos a nosotros: tú eres una obsesiva, yo soy un histérico, Merche es una engreída, Fabilio es medio autista, Eloy es un desgraciado, Omara es un cúmulo de complejos. No, de verdad, me encantaría que pudiéramos engendrar búhos, jirafas, cachalotes. ¿No sería hermoso un parto universal que acabase por siempre con la conciencia?

Tomado del blog: El hamster y otros cuentos
Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

domingo, 11 de septiembre de 2011

De gusto – Héctor Ranea


—Es más —dijo To Ngüen, —si algo me gusta con locura son las mujeres con anteojos oscuros y pelo largo.
No pudimos contestarle con la boca llena, pero en nuestros ojos notó que nosotros adorábamos el mismo fetiche. Sólo pudimos emitir un torpe ruido con los dientes. Mientras, el crujiente ruido de los cristales nos hizo lamentar que sólo comiéramos sus vísceras, pero la mujer en sí estaba sabrosa.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Laberinto vivo - Juan Pablo Noroña


Ansioso de afecto, entro al laberinto vegetal en persecución de una mujer sagrada y única. Una vez dentro, hallo con asombro que se ha multiplicado: me saluda desde un recodo, atisbo su luciente cabellera por sobre una muralla verde, escucho su voz a mis espaldas. A cada paso, a cada vuelta, son más, y mayor mi confusión. Cuando finalmente atrapo a una, sólo esa veo, sólo esa existe.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Dar en el clavo - Fernando Puga


—¿No ha tenido inconvenientes en adaptarse?
—No, doctor— respondió el faquir—. Es cuestión de concentración. El momento crítico es al despertar, sobre todo cuando se ha tenido un mal sueño.
—¿Por ejemplo? —inquirió intrigado el especialista.
—Hoy, sin ir más lejos, salté de la cama de clavos cuando la cabra arremetía. Y fue tan brusco el regreso al estado de vigilia que no pude evitar que uno de los clavos se incrustara entre mis nalgas. ¿Ve, doctor?—. Y diciendo esto, se dio vuelta, bajó su taparrabos y le mostró.
Un psiquiatra no está preparado para estas cosas. Fue tanta la impresión que cayó desmayado en el acto. Hubo que llamar a emergencias.

Sobre el autor: Fernando Puga

Implante – Héctor Ranea


Lo primero que hizo Suzmendi cuando le avisaron que ya podía caminar, fue ir al baño. Estando desnudo, no pudo evitar mirarse ahí, donde lo habían trasplantado.
No podemos ver lo que él en el espejo, pero su cara de sorpresa denotaba que algo grande, muy importante, estaba por pasar en su vida. Nunca había visto, evidentemente, algo así, ni en los gimnasios de todas las galaxias visitadas. Era impresionante.
Su mujer al principio se molestó bastante. Era obvio que a ella le gustaban los clásicos y eso más parecía un juguete que un órgano sexual. Pero no dejaba de mirarlo con el mismo asombro que él, que desde la mañana estaba perplejo.
Ambos se adecuaron al pene bífido de Xilograv que por error implantaron en Suzmendi. El problema era cuando querían hacerlo funcionar a la hora del noticiero, pues lo cantaba palabra por palabra, como una oración.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Trío – Sergio Gaut vel Hartman


—¡Loco! —le dijo la cuerda al arco temblando como una hoja.
—Eso —replicó el arco— lo dice una que es más rígida que la madre superiora de un convento de clausura, más tensa que una virgen de sesenta ante su primera relación sexual, más estirada que la hija del magnate de los elásticos para bombachas…
—¡Córtenla! —dijo la flecha regresando de su incursión a la manzana—. Somos un equipo y no debemos mostrar nuestros disensos en público, y mucho menos cuando Guillermo anda cerca. ¡Cuidado! ¡Silencio que regresa!

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Parábola del indeciso - Cristian Mitelman


Llego a un sitio donde se bifurca el camino. No logro tomar una decisión. Nace la noche mientras espero una señal, pero las aves que cruzan de Este a Oeste son idénticas a las que cruzan en sentido contrario y el número de estrellas es parejo en uno y otro cuadrante del cielo.
Comienza el aullido de los lobos y sigo observando los astros. Un dolor punzante, desgarrador, me acomete.

Sobre el autor: Cristian Mitelman

Desmentida - Helga Fernández


Nadie sabía del todo qué sucedía, ni por qué había acontecido y mucho menos cómo las cosas habían llegado hasta ahí. Lo cierto es que el hombre sentado, sosteniéndose el peso de sus pensamientos con la fuerza de sus dos manos, sólo repetía: —No lo puedo creer. No puede ser cierto. —Alguien, ajeno a la situación e inocente de confusión, se acercó hasta la altura de su mirada y le dijo:
—Hasta que no lo creas no dejará de pasarte.
.

Tortura - Jesús Ademir Morales Rojas


Dante le preguntó a la sombra, tras haber llegado, por fin, a la cima del monte:
—Maestro, ¿qué condena se purga en este espacio infernal?
—No lo sé, llevas aquí más tiempo, dímelo tú.
Dante miró difuminarse aquella fantasmal sonrisa.
Y al pie del monte una vez más, los umbrales del infierno le dieron la bienvenida.

Sobre el autor: Jesús Ademir Morales Rojas

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vampiro - David Moreno


Si fuera un geógrafo, trazaría mapas recorriendo los poros de tu piel.
Si fuera un músico, compondría una melodía al compás de los latidos de tu corazón.
Si fuera un escultor, serías el molde de mi obra maestra.
Pero esta noche saciaré mi apetito con la sangre que brote de un mordisco en tu cuello.

Tomado de No Comment
Sobre el autor: David Moreno

Un golpe de suerte - Héctor Ranea


Debería decirse que fue un tarascón con suerte. Para él, no para nosotros. Iba el Conde famélico y sediento tirando tarascones al aire cuando dio con algo delicioso. Un jugo que era sangre, sin duda, pero sazonada de manera estupenda. Inesperado fue que ese jugo hiciera al Conde invisible, porque la transfusión involuntaria de H.G. Wells convertido en el hombre invisible, le sentó de periquete. Ahora son dos los vampiros invisibles. Dicen que Drácula sufre miopía, lo cual es una suerte, pero de Wells no se sabe nada. Por las dudas, la moda dicta usar una bufanda de cota de malla.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Pura miel que me secó la sangre - Fernando Puga


Cuando entramos en la casa sentí que ya había estado allí. El preparó la escena: Media luz, aroma embriagador, música apenas audible envolviendo el ambiente. Dije algo sobre el frío y la humedad buscando esconder mi nerviosismo. El sonrió y me alcanzó una copa de licor empalagoso. 
—Con permiso— dijo amablemente. 
Tomó mi abrigo, me besó y la boca se entregó traviesa al juego del amor. El beso se multiplicó a lo largo de los cuerpos. No hizo falta pedirlo. Sobre el parquet resplandeciente cayeron de a una las ropas elegidas con tanto esmero y en sus brazos entré en el cuarto. Cerré los ojos cuando hincó los colmillos en mi cuello. Chupó un poco más de mis recuerdos y, feliz de estar allí, dormí hasta la noche siguiente; hasta el próximo encuentro con el vampiro.

Sobre el autor: Fernando Puga

sábado, 3 de septiembre de 2011

Culpas - Claudia Sánchez


Una sonrisa se dibujó en su rostro al verme llegar. Era una sonrisa exagerada, estática, forzada, incongruente con la expresión de sus ojos. Una certeza, toda instinto, cruzó rauda por mi mente: lo había descubierto. Sin sacar la llave de la cerradura, volví a cerrar la puerta, giré dos veces la llave y fui hacia el auto. El sonido de un disparo me hizo detener. El instinto me había fallado. No teníamos armas en casa.

Tomado del blog: Cortitos
Sobre la autora: Claudia Sánchez

Innovación cinematográfica - Carla Dulfano


El doce de abril un diario publicaba esta crítica: "El nuevo film de Perlman nos ha sorprendido con una innovación artística que consiste en intercalar la imagen de un perro entre escenas. El can simboliza la condición humana de desamparo. Este recurso fílmico le ha valido cinco premios de la academia.
Tres meses antes...
—¡Saquen ese perro de ahí! ¡Se cruzó en cámara! —gritó Perlman, el famoso director de cine—. Ahora tendremos que rodar de nuevo.
—No podemos —explicó su asistente—, se nos acabó el rollo de película y la productora no piensa invertir un peso más. Tendremos que dejar al perro en la filmación... Pero puede quedar como una metáfora de la condición humana. Si no, tendremos que tirar a la basura seis meses de trabajo.
—¡Eso nunca! —dijo Perlman—. La escena queda, editen al perro e intercálenlo entre escenas…

Sobre la autora: Carla Dulfano

Pronto - Samanta Ortega


Dio un suspiro al acercarse. Echó agua en el florero. Me puso dentro de la cintura para abajo. Colocó el florero junto a la ventana que da al jardín. No hubo un día que no me haya contemplado, por eso cuando empecé a marchitarme tuve miedo de que me descartara por mustio. No estoy seguro de si me equivoqué; me dejó entre las hojas del libro que le regalé cuando nos conocimos. A saber cuándo lo volverá a leer.
Ahora, parece que el florero vuelve a estar ocupado. Descansa en la misma ventana que da al jardín. Es un trozo de tallo simplón que no dice nada, pero que asegura echará raíces pronto.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El Dr. Sigfrid y su método – Carla Dulfano


El doctor Sigfrid hipnotizaba a sus pacientes para curar la tristeza. Los convencía de que los hechos desgraciados de su vida en realidad habían sido placenteros.
Marta, su asistente, les leía sus cuentos para hipnotizarlos. Ella tenía la habilidad de escribir diez páginas sin que pasara nada en la historia.
Sigfrid y Marta estuvieron enamorados por un tiempo, pero nunca pudieron besarse: se habían acostumbrado a hipnotizar mutuamente y se dormían cuando estaban cerca.
Un día, un paciente despertó asegurando que la extracción dolorosa de su muela había sido una experiencia placentera. Comió dulces durante dos años para repetirla… y perdió toda su dentadura. Enjuició a Sigfrid y éste quedó en bancarrota.
Sigfrid le pidió a Marta que lo hipnotizara y le hiciera creer que había triunfado en su profesión. Así envejeció feliz. Al fin y al cabo su método no resultó un fracaso, a él le sirvió...

Sobre la autora: Carla Dulfano

Ilustración: "Tristeza", de Francisco Arjona

Suerte de principiante o misterio olímpico - Héctor Ranea


—¡Jugarle al 24 y ganar y toda esa plata! ¡Tenés suerte, Euritión!
—No tanta —me contestó—. Enseguida la perdí comprándome zapatos. ¿Sabés cómo se gastan los zapatos con los baches de Buenos Aires? No sé, a veces hubiera preferido quedarme en Salónica en ese negocio del tiovivo que me ofrecía mi cuñado...
¿Quién entiende a un centauro que se gana en la quiniela cien veces lo que saca en propinas tirando carros en Plaza Italia?

Sobre el autor: Héctor Ranea

Ilustración: "Centauro", de Javier Clavo.

Espejo del cuarto de hora - Juan Pablo Noroña


Era casi niño cuando compré a un viajero el espejo que refleja tu condición futura en vez de la presente. Aunque sólo adelanta quince minutos, bastó para calmar mis aprensiones sobre el porvenir. Pude prever traiciones y calamidades, pero también sufrí dolores y tristezas con antelación. Me envicié con la seguridad que daba, y viví sin apartarme de él, sin apenas pegar ojo, temiendo morir en el minuto dieciséis del sueño. Ahora, ya viejo, observo mi imagen muerta, y pienso que los próximos quince minutos serán los únicos libres en toda mi vida adulta.

Ilustración: "Espejo", de Ignacio Urrutia

Máscaras - Rafael Blanco Vázquez


Se ponían guapos (o feos).
Todo lo usaban para seducir: sus lecturas, su acento, sus opiniones (también sus silencios).
Los había que se emborrachaban (los había que no).
Los había que practicaban el humor, pero la seriedad también funcionaba (y la timidez).
Algunos hacían todo esto para no seducir, que era su manera de seducir.
Eran seres proyectados hacia fuera, inevitablemente pragmáticos.
La muerte les horrorizaba y el horror era seductor.
Lloraban por táctica, reían con técnica, amaban con método, odiaban por cálculo.
Su crueldad era candidez, su candidez fórmula.
Pero todo era inútil.
Mi pregunta favorita, de todas las que les conozco, es: ¿cuál de los dos está mal definido, el misil más infalible o la fortaleza más inexpugnable?

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

Ilustración: "Naturaleza muerta con máscaras III" de Emil Hansen

Invierno - Fernando Puga


Los dientes rechinan. Como viejas canciones de cuna flota tu eco en la fría mañana. Enciendo la radio del auto para escuchar las noticias y sale tu voz que anuncia que nevará. Es raro en Buenos Aires. Hoy; antes del mediodía. Calculo que para entonces ya estaré congelado en el fondo del Riachuelo. Por suerte allí no habrá peces que me recuerden tu cara. El agua sucia mata todo, hasta los ecos.

Sobre el autor: Fernando Puga

Ilustración: "Invierno en París", de Emilio Pettoruti

Un elefante - Xavier Blanco


—Este gordo ocupa mucho lugar y no me deja ver el león, mamá.
—Manolito, no es gordo. Es así, es un elefante.
—Será un elefante, pero es un elefante gordo. Además los elefantes no llevan sombrero, ni tienen bigote, ni comen palomitas, ni sorben la coca cola, ni hacen ruiditos. Ése mamá, digo ése.
—No señales hijo, que es de mala educación.
—Ves, mamá, como este gordo ocupa mucho lugar. Ahora no puedo ver los payasos. Me enfado. Ya no vengo más al circo.

© Xavier Blanco 2011.
Tomado del blog Caleidoscopio

Ilustración: "El Circo", de George Seurat