jueves, 19 de enero de 2012

El encerado - Luisa Hurtado González



La pizarra, completamente llena de letras y números, se extendía ante sus ojos como un universo lleno de promesas, mágico. Y ella, sentada en su pequeño pupitre, esperaba que la profesora señalase a aquél que haría el trabajo que tanto deseaban: borrar el encerado.
Un instante se extendió sobre sus cabezas, un segundo eterno que se repetía todas las mañanas antes de que se iniciase la clase, un momento que siempre terminaba cuando aquel dedo poderoso señalaba a alguien, el mismo índice que la eligió a ella aquella mañana de lunes.



Luisa Hurtado González

1 comentario:

Javier López dijo...

La literatura no siempre tiene que reflejar hechos fantásticos, extraordinarios o épicos. A veces algo simple, y narrado con esa misma sencillez, llega hondo.
Me gustó.