viernes, 19 de octubre de 2012

Picaflor - Fernando Andrés Puga


No cree poder hacerlo. Sospecha que un raro sentimiento que aún desconoce se lo impedirá. No es cobardía, como acaso esté pensando el individuo que cómodo en su sillón ahora esto escribe, sino más bien pudor salpicado de dudas. Pero el afán por atravesar ese sentir finalmente lo empuja a llevar a cabo eso que cree no poder.
Toca el timbre. Suda la otra mano sosteniendo el ramito. Espera. Vuelve a tocar. Empieza el cosquilleo en el bajo vientre y de a poco se expande hasta la coronilla y la punta de los pies.
Cuando ella abre, no se sorprende al ver el charquito sobre la acera. Levanta la vista y lo ve correr justo antes de doblar la esquina. ¡Uy! Dejó tres jazmines enganchados en el candado del portón. ¡Mmmm...! ¡Qué aroma! Pero... no hay ninguna nota. No importa. Olerán muy bien desde el potiche del toilette.


Sobre el autor:
Fernando Puga

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