jueves, 20 de marzo de 2014

Maternidad – Nicolás Ferraiolo


–Ahí se acerca alguien, mamá, ¿abro, abro?
– Hijo, nunca abras a un desconocido.
– Está bien, mamá, ufa –dijo el nene, ya cerrando la puerta–. ¡Ahí viene papá!, ¿¡abro, abro!?
– Ahora sí hijo.
– ¡Ay, mamá! ¡dónde dónde dónde!
– ¿Qué cosa hijo?
– ¡Sos re tonta!, ¡dale!, ¡el cuchillo!
– Lo tenés en la mano hijo.
– Ay…, acá está.
– Vas y me venís eh.
– ¡Sí! Voy y te vengo.

Sobre el autor: Nicolás Ferraiolo

lunes, 17 de marzo de 2014

Adiós a la infancia, adiós – Anna Rossell Ibern


Se habían descubierto una a otra una mañana de verano cuando Marga, como todos los años, pasaba parte de las vacaciones estivales en la casa de campo de sus abuelos. Estaba allí, agazapada e inmóvil entre la maraña de hierba que rodeaba la alberca, mirándola con ojos fijos. Marga recordaba vivamente aquel momento: había permanecido un buen rato a su lado, en silencio, y sólo transcurrido un tiempo se había atrevido a aproximarse, lentamente. Con inmensa cautela acercó su mano izquierda hasta tocarla y palpó con dedos temblorosos su piel húmeda. Estaba fría. El leve estremecimiento de aquel cuerpo le cambió la vida para siempre. Entonces la besó, y perdió al instante su inocencia cuando comprobó que la rana no se había transformado en príncipe. A pesar de la pata herida, la vio desaparecer de un enorme brinco por detrás de la tapia.
© Anna Rossell

Sobre la autora: Anna Rossell

sábado, 15 de marzo de 2014

Nostalgia - Matías González





Al fin en tierra, el almirante pedía la mejor botella. Un minúsculo caos de olas rompía contra sus encías, y un perfume de borrascas salubres, le llenaba el suspiro... Recobrada la nostalgia del mar, corría a embarcarse, en busca de otra taberna.


Acerca del autor:  Matías González

miércoles, 12 de marzo de 2014

Las que trabajan - Nélida Magdalena Gonzalez

María, amasaba bolitas de fraile por las noches. Su familia pasaba por una grave situación económica y su esposo no quería trabajar.
Mientras ella ponía dedicación al trabajo, sus hijas pequeñas dormían.
Aprovechaban las fábricas cercanas para la venta. Allí los obreros entraban a trabajar muy temprano.
—Chicas, levántense ya es hora de salir —dijo María.
—¿Podemos comer una? —preguntó la menor.
Su padre no esperó a que su esposa responda.
—¡Son para la venta, apúrense que se hace tarde! —dijo gritando.
Las niñas salieron con las canastas y muy arropadas a causa del frío.
Al verlas indefensas, los hombres les compraron rápidamente.
Llegaron a su casa y le dieron el dinero a su madre. Pero su padre se los quitó.
—¡La mitad es mío, necesito vino y cigarrillos! —expresó el haragán.

Proyecto Apocalipsis - Lucila Adela Guzmán

Poco a poco las acciones cotidianas fueron perdiendo el sentido y aquellos que insistían en “hacer” fueron enloqueciendo pues no encontraban satisfacción por el deber cumplido El aplauso y la recompensa eran resabios de una humanidad de egos ahora perdidos y ya no tenían valor El proyecto Apocalipsis se había iniciado marcando una muesca en la línea del tiempo Un virulento cambio de conciencia fue poniendo fin al engaño y los sentidos humanos ya no tuvieron el deseo de percibir. Cuando estuvo todo listo, simplemente el interruptor cambió de posición

Ahora somos.